Lovejoy (Nueva York, 1941) acuñó en una conferencia de especialistas celebrada en noviembre de 1981 el término “biodiversidad” o “diversidad biológica”, concepto que la comunidad científica emplea desde entonces para referirse a la cantidad de formas de vida que existen en el planeta.
El científico, que falleció en Washington el sábado, es conocido como “uno de los gigantes de la ecología”, pionero en estudiar el fenómeno de la fragmentación de la selva y su correlación con la pérdida de especies y «una voz muy influyente» sobre el «cambio global» (el cambio climático y su impacto en la biodiversidad), según explica a EFE Pedro Jordano, investigador en el Centro Biológico de Doñana del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
Uno de los «padrinos de la biodiversidad»
Lovejoy dedicó su vida a la conservación, ya fuera desde su contribución a la ecología en el ámbito científico o desde otros frentes, como la organización sin ánimo de lucro que fundó, el Centro de Biodiversidad de la Amazonía; el programa de conservación del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), que dirigió entre 1973 y 1987; o la National Geographic Society, de la que formaba parte.
Además era catedrático en la Universidad George Mason (en Virginia, EEUU) donde trabajaba como profesor en ciencias ambientales, fue presidente del Instituto Yale de Estudios de la Biosfera y asesor en materia de biodiversidad del Banco Mundial, así como de varios presidentes estadounidenses como los republicanos Ronald Reagan y George W. Bush y el demócrata Bill Clinton.
FRAGMENTACIÓN DEL HÁBITAT
Su principal contribución a la ciencia de la conservación de la biodiversidad fue a través del Proyecto de Dinámica de Fragmentos Forestales (BDFFP), que puso en marcha en la Amazonia brasileña y que “constituyó el más extenso estudio, en espacio y tiempo, sobre hábitat fragmentado en la selva”, aseguran desde la Fundación BBVA.
Mediante esta iniciativa, Lovejoy analizó una superficie de más de 1.000 km2 que comprendía zonas prístinas de la selva amazónica y pastos y zonas deforestadas para el cultivo, y constató que las especies tenían menor capacidad de supervivencia en las zonas fragmentadas a consecuencia de los cambios en los usos del suelo.
Con estas alteraciones en el terreno, «el bosque primigenio, continuo, pasa a ser un mosaico» y Lovejoy se interesó por cómo interviene ese fenómeno en la vida de especies como los jaguares, los pumas «y otros grandes depredadores que necesitan de vastas extensiones», destaca Pedro Jordano, que además es secretario del jurado del premio español Fronteras del Conocimiento de la fundación BBVA.
El megaproyecto de Lovejoy en la Amazonia también halló que, a medida que la selva fragmentada se iba restaurando, las especies que se habían extinguido localmente por la pérdida de bosque tropical iban recolonizando el terreno, algo que dio lugar a desarrollos en métodos de conservación como los corredores ecológicos, afirma Jordano. EFE
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