El último «Protocolo de actuación médico-forense ante la violencia sexual en los Institutos de Medicina Legal y Ciencias Forenses» del Ministerio de Justicia recoge las pautas de actuación que pueden ayudar a los médicos forenses a actuar ante una persona que ha sido objeto de violencia sexual reciente.
Y, aunque indica que tradicionalmente el intervalo de tiempo para considerar reciente una agresión sexual ha sido de 72 horas, los avances científicos permiten detectar restos biológicos más allá de este plazo, por lo que recomienda ampliar esa ventana temporal hasta los 7-10 días y hacer una valoración individualizada por si se pudiera actuar también transcurrido ese plazo.
Estos exámenes forenses -indica Justicia- además de minimizar el trauma, pueden aumentar la probabilidad de que las pruebas recopiladas ayuden en la investigación y esclarecimiento de los hechos, lo que permitirá el procesamiento de los agresores.
ACUDEN AL HOSPITAL EN LAS 15 PRIMERAS HORAS TRAS LA AGRESIÓN
El tiempo que tarda una víctima de agresión sexual en acudir a un hospital para ser reconocida es determinante a la hora de detectar indicios de la violación.
Habitualmente -señala Justicia- la mayoría de las víctimas de violencia sexual acuden para ser atendidas dentro de las primeras 24 horas, especialmente en el entorno urbano.
Hace referencia a un estudio llevado a cabo en Barcelona con 114 víctimas, que mostró que el tiempo transcurrido desde los hechos hasta que acuden al hospital es de 15,6 horas de media: el 79,8 % de las víctimas acudió dentro de las primeras 24 horas y el 59,6 % lo hizo dentro de las primeras 12 horas.
Sin embargo, este protocolo advierte de que desde el punto de vista emocional las reacciones más habituales que pueden experimentar las víctimas de este tipo de violencia son las de culpa, vergüenza, miedo, suciedad…, lo que les puede llevar a lavarse, cambiarse de ropa, lavarla o incluso destruirla y también a demorar la petición de ayuda.
«Es importante realizar campañas que transmitan el mensaje de que es conveniente que las víctimas acudan a ser reconocidas precozmente y, en la medida de lo posible, que lo hagan sin mediar acciones que puedan dificultar la recogida de vestigios (como lavarse o cambiarse de ropa, lavarla o destruirla)», destaca.
UN 13,7 % DE LAS MUJERES HA SUFRIDO VIOLENCIA SEXUAL
En España, según la última Macroencuesta de Violencia sobre la Mujer de 2019, el 13,7 % de las mujeres de 16 o más años ha sido víctima de violencia sexual (unos 2,8 millones) y la mayoría de la violencia sexual es cometida por la pareja o por alguien conocido.
Según la OMS, 8 de cada 10 víctimas sufrieron la violencia sexual por su actual o antigua pareja y alrededor del 10 % de las mujeres no conocían al agresor. En el caso de las agresiones sexuales cometidas por personas que no eran parejas, al menos el 62,3 % fueron perpetradas por personas conocidas, mientras que en el 23,4 % de los casos los agresores eran personas complemente desconocidas.
CLIMA DE CONFIANZA Y PRIVACIDAD PARA ATENDER A LA VÍCTIMA
El protocolo destinado a los médicos forenses define cómo debe realizarse en el centro hospitalario el reconocimiento y exploración a la víctima para evitar duplicidades, y teniendo en cuenta la situación emocional, temores e inquietudes y el pudor de la víctima respecto al examen genital.
«Se debe crear un clima de privacidad y confianza, proporcionando un trato comprensivo y facilitando un entorno que propicie la comunicación con la mayor intimidad posible. Se debe estar atento a lo expresado por la víctima con el fin de generarle confianza y seguridad. Las respuestas a sus inquietudes serán oportunas, respetuosas y sensibles. El tono de voz debe ser tranquilo, con un contacto visual culturalmente apropiado», reza el protocolo.
En cuanto a la presencia de cuerpos policiales durante la entrevista y exploración de la víctima y para disminuir la victimización secundaria derivada de la reiteración del relato, el protocolo recomienda valorar la presencia de los agentes que asumirán la investigación en la fase de recogida de los datos relacionados con la agresión.
Sin embargo, advierte de que las fuerzas policiales no deben estar presentes durante el examen médico.
Sí que recomienda que en todo momento la víctima esté acompañada por una persona de su confianza, ya sea un familiar o un amigo y señala que, «si está sola en el momento del reconocimiento, sobre todo, si el examinador es un varón, debe estar presente una acompañante, preferentemente una trabajadora de la salud capacitada».
EVITAR PREGUNTAS COMPROMETIDAS Y NO CUESTIONAR SU TESTIMONIO
En cuanto a la entrevista forense, el protocolo pide extremar las precauciones con el lenguaje corporal propio, evitando preguntas comprometidas, el cuestionamiento del testimonio, expresiones insensibles y frases o palabras ambiguas, y siempre sin forzar a la mujer a responder si no lo desea.
«Las primeras preguntas no deben abordar directamente la agresión», indica la guía, que sugiere crear un clima de confianza en el que inicialmente se aborden cuestiones puramente objetivas, médicas y ginecológicas.
Posteriormente -continúa- se pedirá a la víctima que cuente lo sucedido con sus propios términos, sin interrumpirla. «Se debe ser paciente para permitirle su exposición durante el tiempo que necesite. No se debe insistir en que cuente aspectos que no desea».
El médico forense también debe conocer si la víctima se ha lavado posteriormente, si ha comido, bebido, orinado, si se ha cambiado de ropa o si ha mantenido relaciones sexuales después de los hechos y analizar la posibilidad de la ingesta de sustancias tóxicas.
LA SUMISIÓN QUÍMICA
Según la guía, algunos estudios han demostrado que en el 30,7 % de los casos de agresión sexual están involucradas sustancias psicoactivas y se han desarrollado protocolos específicos para la respuesta forense frente a agresiones sexuales en este contexto.
Ante la sospecha de una agresión sexual con sumisión química, el médico debe anotar los síntomas y documentar el consumo voluntario de alcohol, drogas y otros medicamentos. Además, el protocolo destaca que las primeras muestras de sangre y, muy en particular la de orina, son muy relevantes ya que pueden constituir una prueba de esta sumisión.
Esta guía pide a los médicos forenses, a efectos de completar el informe pericial, que recomienden a la autoridad judicial una evaluación posterior de la víctima para determinar la posible existencia de secuelas.
«Este seguimiento se realizará en entornos amables, evitando la exposición reiterada de los hechos y centrándose en las consecuencias que pueda generar el hecho lesivo sobre la salud de la víctima», indica. EFE
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