Así se desprende de las conclusiones de un estudio del Centro Iguala del parque científico de la Universidad Miguel Hernández (UMH) de Elche que, publicado en la revista internacional Violence Against Women Journal, apunta que de lo contrario se reduce la intención de los testigos a denunciar los hechos ante las autoridades.
El trabajo partía de la hipótesis de que la actitud de la persona hacia el hecho de interponer una denuncia era la principal limitación o cómo de bueno o de malo le parecía informar a las autoridades de los casos de violencia de género.
Sin embargo, los resultados apuntan a la falta de certeza de que la víctima reciba la protección necesaria y a las dudas sobre la capacidad de ayudar como las principales causas de los testigos a no poner los hechos en conocimiento de la autoridad.
La cofundadora del Centro Iguala Ainara Nardi ha destacado la «sorpresa» de que la actitud no sea uno de los factores limitantes y ha valorado las medidas de concienciación implantadas en los últimos años con el argumento de que han logrado «instaurar una posición de rechazo hacia la violencia de género».
Aun así, ha indicado que las campañas de sensibilización se centran en modificar la actitud de las personas para que denuncien cuando, en palabras de Nardi, habría que cambiar el enfoque, ya que «tener una buena actitud no asegura que denuncien finalmente».
«Estas personas necesitan sentirse seguras ante la respuesta de las autoridades y ante sus propias capacidades», ha indicado, para lo cual ha propuesto la creación de nuevas campañas dirigidas a potenciar la seguridad de las personas a la hora de denunciar.
Para ello, plantea que las acciones de difusión pongan el foco en aspectos como los recursos que se van a emplear para proteger a las víctimas o el modo en que se les va a ayudar.
También apuesta por dar visibilidad a aquellas personas que hayan sido testigos de casos de violencia de género y se hayan atrevido a denunciar, puesto que «genera así un efecto dominó positivo en la sociedad». EFE
A.M.