Como cada año, a las ocho de la mañana, la hora en la que Díaz fue asesinado, sus allegados han colocado una gran fotografía suya, en la que se le ve cocinando, junto al lugar en el que murió al explotar una bomba-lapa adosada a su vehículo.
Al pie de la fotografía han depositado ramos de flores y velas, tras lo que han guardado un minuto de silencio en su memoria.
El acto, organizado por el Club Deportivo Loiolatarra, ha contado con la presencia de los hijos del cocinero asesinado, Aintzane y Arkaitz, que han estado arropados por miembros del club al que pertenecía su padre y por representantes políticos e institucionales.
Entre los asistentes se encontraban varios concejales del Ayuntamiento de San Sebastián y el subdelegado del Gobierno en Gipuzkoa, Guillermo Echenique, quien ha manifestado que, al matar a Ramón Díaz, «los pistoleros de ETA se convirtieron en traidores al propio País Vasco, a sus gentes, a sus servidores públicos y a su historia».
«Ramón –donde esté – debe saber que los asesinos de ETA le quitaron la vida, pero que aquí, en San Sebastián, quedaron una familia y unos amigos magníficos que le quieren y le recuerdan cada día, y que todos los años le homenajean justo a la hora en que una bomba lapa se lo mató», ha concluido Echenique.
Al homenaje han asistido también el comandante naval de San Sebastián, Javier Mateo, y el subdelegado de Defensa, José Chain. EFE
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