viernes, noviembre 22, 2024
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La pobreza menstrual: De bajar la voz para pedir un tampón a no poder pagarlo

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La ministra de Igualdad, Irene Montero, ha afirmado que la reforma de la ley del aborto garantizará la «salud menstrual» e incluirá el reparto gratuito de productos de higiene femenina en centros educativos.

La Generalitat de Cataluña ha avanzado que distribuirá también sin coste el próximo curso en institutos productos sostenibles como copas, bragas o compresas reutilizables.

Sigue sin fecha la promesa de rebajar el IVA de esos productos para la menstruación del 10 al 4%, una de las reivindicaciones de Podemos incluida en el acuerdo de coalición de gobierno con el PSOE.

EL PRECIO DE MENSTRUAR

La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) lleva años reclamando esa rebaja del IVA y confía en que se dé ya el paso. «No podemos elegir si menstruamos. El acceso a estos productos es algo básico», recalca en declaraciones a Efe su portavoz, Eztizen Gregorio.

La OCU ha analizado los precios actuales de copas, bragas menstruales, tampones y compresas y ha calculado el gasto de una mujer durante 38 años de vida fértil (de los 12 a los 50 años) y el ahorro si se rebaja el IVA al 4 %.

Varía mucho según el flujo y el producto que se utilice. Una mujer con flujo ligero gastará a lo largo de su vida 192 euros en copas menstruales, 438 en tampones, 502 en compresas y 766 en bragas menstruales. Con flujo muy abundante, el gasto en copas seguirá igual, pero en bragas subirá a 2.043 euros; en tampones, a 2.052 euros, y en compresas, a 2.234.

Con la rebaja prometida del IVA, el ahorro máximo vital de una mujer con flujo abundante sería de 10,45 euros si usa copas menstruales; 111 euros, en el caso de las bragas; 112, con los tampones, y 122 euros si recurre a las compresas.

Aunque no son cifras extraordinariamente elevadas, la OCU subraya la necesidad de acordar ya un IVA superreducido para unos productos que son de primera necesidad. Y aboga por estudiar su gratuidad para colectivos especialmente vulnerables.

DEL IVA CERO AL ACCESO GRATUITO

En 2018 las canarias se convirtieron en las primeras españolas en no pagar impuestos indirectos por la compra de productos relacionados con la menstruación, como compresas y tampones.

El Gobierno autonómico, asumiendo una propuesta de Podemos, acordó dejarlos exentos del Impuesto General Indirecto Canario (IGIC), el equivalente al IVA en el archipiélago. Estaban grabados hasta entonces al 3 % y el coste fiscal de la medida se estimó en 220.000 euros.

El salto que dio México a finales del año pasado fue más grande, ya que aprobó la tasa cero de IVA para estos productos, pero estaban grabados con un 16 %.

El año pasado, con motivo del Día Internacional de la Mujer, la Universidad de Vigo se convirtió en la primera institución de educación superior en España en facilitar acceso gratuito a compresas y tampones.

Seguía los pasos de Escocia, pionera al garantizar por ley en 2020 el acceso gratuito a estos productos, y de Nueva Zelanda, que el año pasado anunció que los proporcionaría en todos los colegios del país para atajar la pobreza menstrual. El programa se dotó de un fondo de casi 15 millones de euros para funcionar hasta 2024.

En Francia la distribución gratuita se acordó el año pasado para las universidades, con la instalación de dispensadores en lugares de paso, en las residencias y en los servicios sanitarios de los campus.

También dio ese paso la Universidad de Ginebra (Suiza), tras constatar que muchas universitarias habían perdido los trabajos a tiempo parcial que tenían antes de la pandemia y se encontraban en situación vulnerable.

EL TABÚ MÁS ALLÁ DEL COSTE

Para investigadoras de la pobreza menstrual, como Laura Medina Perucha, la rebaja del IVA debe ser solo un primer paso; no se puede olvidar que muchos colectivos vulnerables seguirán sin poder acceder a estos productos.

«Es un tema de justicia social», subraya en declaraciones a Efe.

Es la investigadora principal del reciente estudio del Instituto Universitario de Investigación en Atención Primaria IDIAP Jordi Gol, que revela que un 22 % de las mujeres no han podido acceder a productos menstruales en algún momento de su vida por cuestiones económicas. Hasta un 40 % no ha podido costearse en algún momento un producto de su elección.

Más allá del coste, Medina Perucha pone la mirada en la «inequidad menstrual» y en la necesidad de «desestigmatizar» la menstruación.

Ello implica el acceso a servicios sanitarios de calidad, en los que la mujer no solo reciba una analgésico o un anticonceptivo cuando reporta dolor, educación sobre el ciclo menstrual en la escuela, espacios saludables y seguros en centros públicos, laborales y educativos para poder cambiar una compresa, un tampón o una copa.

Más de un 74 % de las 22.823 mujeres que participaron en la encuesta «online» base del estudio admitieron haber sobreutilizado algún producto al no haber tenido acceso a un lugar adecuado para cambiarlo.

Un 18 % indicó que había tenido que faltar al trabajo por cuestiones de salud menstrual, mientras que el absentismo escolar se elevaba al 56,6 %. «Menstruar no puede limitar la participación de la mujer en la vida social, laboral, política o educativa», subraya Medina Perucha.

Aunque algunos centros escolares han apostado por talleres específicos sobre salud menstrual, explica, la norma es que la menstruación se aborde en educación sexual desde el punto de vista de la reproducción, y muchos niños y adolescentes siguen sin tener información completa sobre un fenómeno fisiológico y natural.

«A nivel social la menstruación sigue siendo un tabú, y además nos hacemos como una trampa y creemos que ya no es tabú», señala esta investigadora, quien subraya la necesidad de una educación menstrual dirigida también a los chicos, a los padres, a los profesionales sanitarios y a los profesores. EFE

 

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