domingo, noviembre 24, 2024
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La crisis económica y la guerra en Ucrania quitan presión a Feijóo

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Con la guerra en Ucrania impactando de lleno en las economías nacionales, y el paro de transportistas y múltiples protestas desafiando al Gobierno de Pedro Sánchez, el foco ha dejado de apuntar a Alberto Núñez Feijóo que, casi sin presión, relevará a Pablo Casado como presidente del Partido Popular el próximo 1 de abril.

Fue en la madrugada del 24 de febrero cuando los populares encontraron en el relevo exprés de Casado la salida a la crisis que en apenas una semana les había desangrado y enfadado a sus bases, que pidieron incluso la dimisión de su líder por poner en duda la ejemplaridad de la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, por contratos que beneficiaron a su hermano.

Y fue en la mañana del 24 de febrero cuando la guerra estalló en Europa, con el ataque de Rusia a Ucrania, un conflicto que ha impactado de lleno en la economía, donde la inflación, ya disparada con anterioridad, y el encarecimiento del combustible y la energía han desencadenado protestas del sector primario, paros en la industria y una huelga de transportistas que ha dificultado el abastecimiento de empresas y supermercados.

Sin haber desembarcado todavía en la sede nacional del PP, en la madrileña calle de Génova, Feijóo, candidato único a presidir su partido, ha lanzado mensajes al Gobierno, primero para ofrecer pactos de estado y después para cargar contra la inacción y la «indolencia» de Sánchez por retrasar hasta el 29 de marzo la toma de medidas.

Con una exposición inédita, Feijóo ha hecho oposición desde Galicia y desde actos de campaña en todo el país, que han dejado algunas polémicas, como cuando afirmó que si un padre mata a sus hijos «no es violencia machista, es intrafamiliar», para corregirse después por Twitter y sostener que la violencia vicaria sí es violencia machista o al calificar al Gobierno de «autista» para disculparse después con este colectivo.

Feijóo ha tenido que lidiar además con la primera coalición de Gobierno de PP y Vox, pactada por Alfonso Fernández Mañueco en Castilla y León. El presidente de la Xunta se ha desvinculado de este pacto, que el PP ha circunscrito a este territorio, e incluso afirmó que «a veces es mejor perder el gobierno que ganarlo desde el populismo».

Sin embargo, es posible que el primer Gobierno de coalición con Vox se materialice después de que Feijóo asuma las riendas del PP porque todavía no hay fecha para la investidura de Mañueco, que depende de Vox, a quien el PP cedió la presidencia de las Cortes, precisamente el puesto que el presidente de la Xunta abogó por retener para sus siglas.

Además, aún con el proceso de transición abierto, Feijóo no ha dudado en dar por cerradas las heridas del partido, lo que no ha impedido que la otra protagonista del choque, Díaz Ayuso, haya marcado perfil propio, a pesar de que tiene el respaldo de Feijóo para presidir el partido en Madrid y que el presidente de la Xunta la ha defendido aún cuando la Fiscalía investiga el contrato del que se benefició su hermano.

Ayuso ha pedido investigar el supuesto espionaje en su contra, que la dirección saliente siempre ha negado, y «prescindir» de quienes estuviesen involucrados, con el argumento de que «las mafias no se tienen que tolerar bajo ningún concepto». En un acto con Feijóo sostuvo además que los populares madrileños son un equipo con «poca paciencia para las tonterías» y «poco aguante para las imposiciones».

En un contexto en el que Feijóo ha abogado por pactos de Estado con el PSOE, Díaz Ayuso ha advertido de que no se puede pactar con «el desastre» y ha defendido su acuerdo con Vox, hasta el punto de hablar de su coalición en Madrid, pese a que gobierna en solitario con este partido como apoyo externo. No fue un lapsus, aclaró este viernes, si no una «declaración de intenciones».

El encaje de Díaz Ayuso y de sus fieles en el proyecto de Feijóo es una de las incógnitas que siguen sobre la mesa, pese a que la atención mediática no esté en estos momentos puesta sobre el principal partido de la oposición.

Hay muchas otras dudas por resolver: cómo será la cúpula de la que se rodeará el dirigente gallego, la fecha en la que dejará la presidencia de la Xunta, si optará o no por ser portavoz en el Senado, los posibles cambios en el grupo del Congreso o cómo coserá todas las tensiones que deja la etapa Casado en los distintos territorios y baronías.

La mayoría de los populares coinciden en señalar que para empezar a despejar todas estas cuestiones hay que esperar a que Feijóo sea proclamado presidente del PP el próximo 1 de abril en Sevilla. Se acabó, sostienen, el tiempo de las filtraciones, y con Feijóo a Génova llegará el hermetismo. 

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