Este acto, en el que se ha depositado un ramo de flores blancas ante el nicho del concejal asesinado, ha contado con la presencia, entre otros, de la consejera de Relaciones Institucionales del Gobierno de Navarra, Ana Ollo; el alcalde de Pamplona, Enrique Maya; el delegado del Gobierno, José Luis Arasti; parlamentarios forales y concejales de todos los grupos.
El párroco de San Lorenzo, Javier Leoz, tras pronunciar un breve responso, ha asegurado sobre el edil regionalista que «su trabajo y su dedicación es lo que permanece y permanecerá indeleble en el presente y en el futuro».
«La violencia destruye y mata, la paz construye», ha afirmado.
Javier Caballero ha destado que la capital navarra, representada por su Ayuntamiento, «se reúne en torno a la tumba de quien fue también un servidor público, un servidor de la ciudad y sobre todo de los ciudadanos de Pamplona, al que quisieron acallar su voz, precisamente por eso, por ser concejal y enfrentarse directamente a quienes quieren imponer sus ideas no por la fuerza de la razón, sino por la fuerza de la violencia y de las balas».
«Hace ahora 24 años, la ciudad se paró horrorizada ante la barbarie, demostrando la unidad de los demócratas frente a los intransigentes y ahora, 24 años después, al igual que lo ha hecho en las 24 ocasiones anteriores, simbólicamente, la ciudad se vuelve a parar unos minutos en homenaje y recuerdo a nuestro padre», ha declarado.
Este acto, ha agregado, «es a la vez un acto de recuerdo y homenaje a todas las víctimas del terrorismo, a todas las víctimas de la banda terrorista ETA, y un acto de condena de los crímenes y los atentados».
«A nosotros nos tocó padecerla, como antes a otros, y por eso vemos horrorizados que nuestra sociedad no aprende y todavía hay quien piensa que puede imponerse a los demás con el uso de la guerra», ha señalado.
Caballero ha resaltado que «ver que hoy, en pleno siglo XXI, puede recurrirse a la guerra en Europa, a la que asistimos en directo a través de los medios, nos pone de manifiesto las consecuencias de la desmemoria, de querer olvidar las atrocidades que se han cometido anteriormente, de la falta de respeto a las opiniones y a los derechos de los demás, de considerar que todo vale para alcanzar los propios objetivos».
«No podemos acostumbrarnos a la violencia terrorista, no podemos acostumbrarnos a la guerra, no podemos normalizar la mayor vulneración de derechos humanos», ha aseverado Caballero, quien ha indicado que su padre, «a lo largo de su vida, puso de manifiesto su compromiso con la libertad, con la paz y con la justicia social, desde su humanismo cristiano».
Su padre, ha añadido, «nunca quiso recurrir al insulto y a la descalificación gratuita, poniendo siempre por delante el respeto a la dignidad de la persona y el servicio al bien común y, por supuesto, el respeto a la vida. Su única intransigencia fue con los violentos y con quienes no respetan a los demás».
«Ello le costó la vida, pero en la medida en que lo recordamos año a año, lejos de callar su voz, engrandecemos su mensaje», ha concluido. EFE