Hoy las redes sociales permiten múltiples formas de comunicación, llegar con un mensaje, un video o una foto a seguidores de todo el mundo. Pero algunos utilizan una forma poca ética para captar más followers y engrosar así su cuenta con más números.
La influencia o llegada que se puede conseguir sobre gente es que cuántos más personas te sigan, más repercusión tendrás. Twitter, Facebook, Tik Tok, Instagram o YouTube son las redes por excelencia, donde personajes famosos como ciudadanos de a pie quieren dar a conocer su vida personal y profesional, sus pensamientos y opiniones cada día.
Una celebrity tiene muy fácil sumar seguidores en sus perfiles, ya que gracias a la televisión, el cine, la música o la propia red social les ha permitido crecer en ese aspecto de manera natural y convertirse en un influencer, o personas hasta hace años desconocidas para el público, que han conseguido convertirse en un fenómeno social por que lo que transmitían, engancharon a numerosos usuarios, como es el caso de Charli D’Amelio o PewDiePie.
Una reciente encuesta realizada por Lingokids con con motivo del Día Internacional de la infancia, desvelaba que el 16% de los niños de entre 2 y 8 años quieren ser influencers o youtubers. dejando de lado otras profesiones tradicionales como médicos, profesores o policías, un síntoma claro de cómo está cambiando la sociedad.
Si tenemos en cuenta que las empresas con sus campañas de publicidad quieren llegar al máximo número de potenciales clientes, seleccionan aquellos perfiles en redes que tengan una legión de seguidores a sus espaldas, para que dicha inversión sea rentable. Por lo que cuanto más fans se tengan más ingresos se obtendrán.
Teniendo en cuenta esta circunstancia, algunos usuarios hacen empleo de trucos poco profesionales por no decir burdos para llegar a ese objetivo o simplemente como satisfacción personal, sin buscar un interés económico, desean presumir ante los suyos, de los fans que atesoran.
Se trata precisamente de que hay personas que recurren a seguir a un perfil determinado con el fin de que el propietario de la misma se convierta a su vez en seguidor, normalmente por deferencia. Pasado un tiempo y sin que se de cuenta aparentemente esté último, pincha en dejar de seguir, con lo que habrá conseguido sumar más followers sin tener que incrementar el apartado de siguiendo, para aparentar que es una cuenta exclusiva y selectiva a su vez.
Esta práctica está cada vez más generalizada, lo que provoca la indignación de los internautas cuando se percatan de tan zafia maniobra. Para justificarse de por qué efectúan esta estratagema, alegan pobres argumentos, del tipo no se han dado cuenta o es que el algoritmo hizo que en un primer momento decidieran optar por ese nuevo seguidor, pero que con el tiempo vieron que no tenían nada en común.