El final de George Michael ha sido triste y solitario, marcado por una profunda depresión que el cantante sufría desde hace ya varios años. Yog, como le conocían sus amigos, fue encontrado muerto en su domicilio a cauda de un paro cardíaco, y la prensa inglesa no ha tardado en indagar acerca de los últimos años del cantante, en el que los excesos y las drogas macaron un antes y un después.
“Se convirtió en un recluso de sí mismo porque no soportaba que le mirase la gente. Se volvió muy solitario en los últimos cinco años», explica un vecino. Un mundo lleno de sordidez se escondía detrás de esta imponente figura pública, que en 2010 fue condenado a cuatro semanas de prisión por conducir bajo los efectos de las drogas. Tan solo tres años después sufrió un accidente de coche provocado, según se publicó entonces, por un intento de suicidio al que había llegado tras consumir sustancias. A causa de este terrible suceso, el rostro de Michael se llenó de cicatrices y marcas que aumentaron los profundos complejos del artista musical.
También en el año 2008 fue detenido por consumir cocaína en un baño público y desde entonces había ingresado en varios centros de desintoxicación para frenar el consumo de drogas. La última clínica en la que estuvo se encuentra en Zúrich y por ella pagaba la friolera de 232.000 euros mensuales que, sin embargo, no contribuyeron a que mejorase. Su última imagen pública, que ha dado la vuelta al mundo por lo deteriorado de su físico, fue tomada durante la procesión de antorchas de su barrio (Goring on Thames,Oxfordshire, Reino Unido).
Ana P. Cabrero