Hay hijos de famosos que prefieren no seguir la estela de sus padres y quieren mantenerse alejados de los focos para que su vida privada siga siendo eso mismo, privada. Este no es el caso de Lucía Rivera. La hija biológica de la modelo y actriz Blanca Romero, y adoptada de Cayetano Rivera, está encantada con las cámaras, pues lo suyo son los posados.
Posados y flashazos, pues desde hace más de un año decidió comenzar a hacerse un hueco como modelo de pasarela y de fotografía. Aptitudes no le faltan. Desde que el año pasado alcanzara la mayoría de edad, su rostro es habitual en las revistas de papel couche, y su cuenta de Instagram se ha ido llenando de seguidores, hasta llegar a más de 40.000 'followers'.
Interesan sus relaciones familiares, que por lo que cuenta y enseña en sus redes son estupendas. Se lleva genial con su madre, que es la persona con la que se ha criado, con su padre, al que no ve muy a menudo pero al que demuestra su cariño cada vez que puede, y con su tío, Kiko Rivera, que hace unos días publicó una fotografía junto a su sobrina en la que le deseaba lo mejor.
Además, sus historias amorosas se han convertido en todo un filón. Con su belleza no es de extrañar que le hayan salido varios pretendientes, entre ellos Willy Bárcenas, el vocalista de Taburete e hijo del extesorero del Partido Popular Luis Bárcenas. A ambos se les relacionó sentimentalmente, pero ahora parece que todo apunta a que el corazón de Lucía está en manos del torero Gonzalo Caballero. el chico, de 26 años, comparte profesión con el padre de la modelo y, además, es íntimo amigo de Froilán, el nieto mayor del rey emérito.
Hace pocos días, Gonzalo difundió a través de su perfil de Instagram una foto de los dos en la que aparecían en actitud cariñosa y en la que mencionaba la cuenta de Lucía acompañada de un corazón rojo. De momento es la única fotografía que han publicado de los dos juntos, aunque Lucía sí que subió otra en la que, aunque aparecía sola, le dedicaba un mensaje de felicitación a su amigo especial. Tiempo al tiempo para saber si les une algo más que un cariño amistoso.
Ana P. Cabrero