sábado, noviembre 23, 2024
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Centenario de Albéniz

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La fundación que lleva su nombre, las orquestas españolas y los festivales se aprestan a celebrar el centenario de la muerte de Isaac Albéniz (1860-1909). Es normal, fue uno de los músicos más característicos de lo que fue la escuela nacional española, mezcla de música romántica centroeuropea y ritmos folclóricos.

Isaac Albéniz nació en Camprodón, Gerona, hijo de Ángel, agente de aduanas destinado en la frontera de los Pirineos.

Fue niño prodigio de la música. Tanto que ya a los cuatro años de edad dio un concierto de piano en el teatro Romea de Barcelona en presencia del mismísimo general Prim. Allí interpretó, para el asombro de los asistentes, las Vísperas sicilianas de Verdi.

Gracias al translado de su padre a Madrid estudió música en su Conservatorio siendo el alumno más joven de la institución con ocho años de edad. Con 12 años se embarcó para la Argentina y se pagó el viaje tocando el piano. Ya en Buenos Aires se dedicó a las giras por el país y por Uruguay y el Brasil.

Ya en 1875 llega a Cuba gracias a que su padre ha sido nombrado Interventor General de Correos en Puerto Rico y La Habana. De allí hizo una gira en los Estados Unidos con sendos conciertos en Nueva York y San Francisco. En ellos hacía ejercicios de virtuosismo como intérprete, con los ojos cerrados, a ciegas, de espaldas, casi como si fueran ejercicios circenses.

De vuelta a Madrid y gracias a la intervención del conde de Morphy, secretario de Alfonso XII, consigue becas para estudiar en Leipzig y posteriormente en Bruselas durante el curso de 1876.

Isaac Albéniz fue un músico bien dotado como intérprete, era un buen profesor de piano, director de orquesta, un magnífico compositor y un hombre comprometido con su entorno. Siempre se definió como socialista y ateo. Y murió joven, el 18 de mayo de 1908, días antes de cumplir los 49 años. Nacía el mito musical.

Fue el ejemplo más excelso en España de las escuelas nacionales imperantes en la Europa de su época. Es el representante más genuino de este movimiento en la música. Y su obra más característica de este estilo/tendencia es su Suite española que data de 1886.

Isaac Albéniz quiso hacer música nacional de acento universal, el está influido por el músico catalán Felipe Pedrell. Es el precedente de los trabajos que hicieron Manuel de Falla, Granados y Turina.

Entre 1890 y 1893 el músico vive en Londres en donde es concertista, compositor principal y director del teatro Príncipe de Gales en la capital británica. Allí trabaja con Francis Money-Coutts, su libretista habitual en muchas de las obras que escribió, sobre todo de sus óperas. Este se convirtió en su mecenas y financiador cuando el músico enferma.

Albéniz escribió a lo largo de su vida más de 200 partituras. Entre ellas varias óperas y zarzuelas. Para Joaquín Rodrigo Albéniz representa la incorporación de España, o mejor dicho, la reincorporación de España al mundo musical europeo.

Sus obras, sobre todo las primeras, son documentos sonoros, recuerdos de viajes y de impresiones personales. Un costumbrismo local a veces fácil como es su Suite española.

Más adelante buscó la unión entre el repertorio pianístico romántico centroeuropeo (Chopin y Schumann) con la música folklórica española.

Su obra maestra es Iberia (1905-08).

Su ópera más conocida es Pepita Jiménez basada en la novela homónima de Juan Varela y con libreto de Money-Coutts. Se estrenó en el Teatro del Liceo de Barcelona en 1896. Y se representó además en Praga, Brusela, París y Madrid.

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