Probablemente el siglo literario esencial sea el XIX. Nunca tantos autores de tantos países escribieron tantas cosas y de tan excelsa calidad. Sobre todo en narrativa. Balzac, Flaubert, Dickens, Eliot, Galdós… hicieron de sus novelas un fastuoso retrato de la naturaleza humana al tiempo que en sus palabras se auguraban muchos de los males que acontecieron en el siglo XX, el más mortífero de la Historia.
Entre las tradiciones literarias decimonónicas, la que tiene más enjundia es la rusa. La gente suele pensar que los rusos son de lectura aburrida. Nada más lejos de la realidad. Su prosa es suave, ligera, sus tramas apasionantes. El problema es que son demasiado humanos. En la narrativa rusa del XIX el alma humana es diseccionada con una lucidez y una claridad pasmosas. Los rusos no son aburridos. Simplemente, impresiona leer algo tan cercano a nuestro propio espíritu. Y el cerebro, obligado a sobrevivir, se defiende mediante el disfraz del aburrimiento.
Nicolai Leskov no es un autor ruso conocido. La sombra de Pushkin, Dostoievski, Turgeniev, Tolstoi y Chejov es alargada. Pero Leskov tiene en su haber una obra maestra, Lady Macbeth de Mtsenk, uno de los mejores relatos cortos de todos los tiempos. Leskov, con una prosa asombrosamente fluida, cuenta historias rusas, muy rusas, pero extrapolables a cualquier lugar del universo.
es una novela donde Leskov cuenta la vida de un viejo siervo devenido en militar primero y en monje después. Conocedor privilegiado de los caballos, su vida ha estado llena de aventuras, castigos y recompensas. Y, después de enamorarse perdidamente de una joven gitana, tendrá que redimir sus pecados.
La novela es una sucesión amena y ágil de sucesos cotidianos que, no obstante, tienen mucho de extraordinario. Gran conocedor de la gigantesca y variopinta sociedad rusa, Leskov nos hace viajar de la gran ciudad a los desiertos tártaros, pasando por pequeños pueblos, monasterios o fincas de la indolente nobleza. El protagonista, en el fondo un buen hombre, se ve sometido a mil pruebas que va viviendo antes que superando.
cuenta tantas cosas y de manera tan concisa y periodística que parece escrita por algún norteamericano del siglo XX. Leskov nos muestra sin ropajes ni disimulo a la Gran Rusia, llena de defectos e injusticia, que le tocó vivir. La dureza existencial del entorno, unida a la sempiterna presencia de lo religioso, convierten a este libro en otra obra maestra rusa que dará pereza al lector español.
El peregrino encantado, no obstante, es a mi entender un libro imprescindible. Y, como todo lo que publica Alba, se presenta en una magnífica traducción de un precio quizás excesivo.
. (Ocharovannyi strannik)
De Nikolai S. Leskov.
Traducción de Fernando Otero Macías.
Alba Clásica, 2009.285pp. 22 euros
.