Una de las características más acusadas de los trabajos artísticos de la Fundación Mapfre es el afrancesamiento de sus propuestas.
Un buen ejemplo de ellos es esta exposición que dedica a la reflexión sobre la escultura después de Rodin. Sobre los escultores que llegaron a París a principios del siglo XX y que para crecer tuvieron que olvidarse de las cosas que había hecho Rodin para superarlo. No lo consiguieron, Rodin fue mucho Rodin. Es todavía mucho Rodin para aquellos jóvenes.
Si, Auguste Rodin (1840-1917) fue una fuerza de la naturaleza. Pudo romper con la escultura tradicional y darle sentido moderno a la misma, sin necesidad de mirar al clasicismo griego como única representación del mundo.
Los artistas que le siguieron, los que aparecen en esta exposición, si lograron darle a la misma un sentido contemporáneo, hecho al unísono de las otras disciplinas artísticas que estaban instaladas en la invención de la modernidad. La colocaron en valor y en sentido estético en nuestro tiempo.
La exposición se titula ¿Olvidar a Rodin?, Escultura en París, 1905-1914. Es un repaso didáctico sobre la gran pléyade de escultures que llegaron a la capital del arte de aquel tiempo para trabajar y crear belleza.
Está en la Fundación Mapfre, Paseo de Recoletos 23, y ha sido comisariada por C. Chevillot. La muestra se ha hecho en colaboración del Museo D´Orsay de Paris.
Y, tiene sobre todo, dos objetivos bien delimitados. Uno que sea expresión de una tesis sobre lo que llegó a Paris atraídos por el efecto de la llamada de Rodin. Dos, es el de ejercer la función didáctica, de enseñanza, de desarrollo de un punto de partida previo para que se vea lo que se está predicando a continuación.
Fijándose una en la proposición didáctica lo que manifiesta es que se hagan por lo menos dos visitas. Una sería la convencional, siguiendo la cronología, la lógica expositiva en su sentido más concreto.
La otra, la más gozosa, es la de empezar por el final de la misma y hacer un recorrido a la inversa. Así los descubrimientos sobre artistas de peso, como por ejemplo Lehmbruck y su ‘Joven sentado’ (1916)
La muestra está dividida en seis apartados que se dejan llevar por el afán didáctico. Es lo normal en estos casos, la tesis es la tesis, hay que demostrarla sobre todo cuando el tiempo en el que se desarrolla es muy
corto, con una gran evolución artística y en medio de una brutal cambio social. Son apenas diez años y después todo se acabó, empezó la Gran Guerra, La Primera Guerra Mundial.
Las tres primeras, Rodinismo, Relieve y Mutación son previsibles. Eso si destaca el envolvente trabajo hecho en cemento policromado de Lehmbruck y titulado Figura grande de pie.
Las otras tres, el Volumen, la Línea y la Guerra. Aquí están la Mujer con mandolina de Zadkine o el retrato de Baudelaire de Duchamp. Está La oración de Brancusi o el Hombre joven alzándose o La arrodillada de Lehmbruck, o…
Esta muestra de escultura es interesante. Explica bien las cosas, entre ellas la rápida evolución del arte de aquella época también en el mundo de las tres dimensiones. También, por supuesto, las enormes diferencias entre artistas de una misma generación. A pesar de esta simplificación narrativa la potencia de los que están representados lleva a la excelencia contemplativa. Una gozada vaya.
¿Olvidar a Rodin? Escultura en París (1905-1914)
Comisaria C. Chevillot.
Fundación Mapfre.
Paseo de Recoletos 23. Madrid.
Hasta el 13 de Septiembre. www.exposicionesmapfrearte.com/olvidararodin