Luisa Etxenike (San Sebastián, 1957) ha publicado las novelas Los peces negros (2005), Vino (2000), El malmás grave (1997) y Efectos secundarios (1996), y las colecciones de relatos Ejercicios de duelo (2001), y Lahistoria de amor de Margarita Maura (1990). Es columnista de opinión del diario El País en la edición del País Vasco. En 2007 recibió del gobierno francés la distinción de Caballero de la Orden de las Artes y las Letras.
(2008) es su última entrega literaria.
P.-Escritora, escritora en los periódicos, talleres de escritura ¿Una misma persona con distintos cometidos literarios?
R. Son actividades unidas por estrechos lazos de familia, tienen un parecido de los de parentesco. Pero, igual que sucede con las familias de verdad, cuando las tratas de cerca lo más interesante no es el parecido entre ellas sino lo que las distingue, sus diferencias. Y esas diferencias te hacen ser a ti también diferente, escribir y pensar la literatura desde perspectivas muy diversas y en planos que a veces simplemente se superponen y a veces complejamente se cruzan.
P.- ¿Siempre le ha gustado ser escritora?
R. No sé si puedo decir que siempre me gusta; porque escribir resulta duro a veces, requiere esfuerzo, dedicación; obliga a descartar. Por esa razón no sé si siempre me ha gustado; lo que si sé es que siempre lo he querido, siempre he deseado escribir y ser escritora. Me recuerdo de niña, muy pequeña, copiando en cuadernos libros de la biblioteca de mi casa. Me recuerdo empeñada, muy pronto, en el hecho físico, material, de la escritura.
P.- ¿Qué es El ángulo ciego
R. Fuera de la novela, en la realidad, es un espacio de no visión. En el interior del libro es todo lo contrario, un espacio donde los personajes se sitúan precisamente para ver, para ver la posibilidad de otra cosa, de lo distinto: de la libertad frente a la amenaza terrorista, de la felicidad contra el miedo que esa amenaza provoca.
P.- ¿Es un relato de sueños?
R. El deseo de libertad y de felicidad es insaciable en los seres humanos. Siempre queremos o imaginamos más. En ese sentido podríamos decir que pertenecen al territorio de los sueños. Para los personajes de esta novela, la felicidad y la libertad que les falta, que el terrorismo intenta arrebatarles, no se sitúan en el territorio de los sueños; esa libertad y esa felicidad corresponden al territorio de los objetivos inmediatos, de las conquistas cotidianas; tienen la textura concreta, palpable, de los objetos o de los gestos de uso diario.
P. ¿Es una descripción de un mundo oscuro?
R. Recordaba el otro día Alberto Manguel en una conferencia, magnífica por cierto, que dio en San Sebastián, que para los eruditos medievales el presente constante era una de las definiciones del infierno. Yo creo que para las víctimas del terrorismo uno de los ‘infiernos’ ha sido el silencio constante en el que han tenido que vivir durante mucho tiempo en Euskadi. El ángulo ciego está más cerca de ser la descripción de un mundo silencioso, y de los efectos terribles, tanto en lo personal como en el social, que ese silencio ha producido.
P.-‘El dolor son detalles’ dice en la Pág. 127. ¿Duelen especialmente en Euskadi?
R. Lo menos que se puede decir es que en Euskadi no vivimos en una situación normal. Todo se siente, por tanto, en carne viva. ‘En una piel sin piel’ como dice uno de los protagonistas de la novela. Por eso los detalles se expresan con total intensidad o a todo volumen. En positivo los que revelan atención, solidaridad, civismo. En negativo, los que indican todo lo contrario: violencia, intolerancia o indiferencia.
P.-¿Qué detalles son los importantes? En la vida y en la literatura.
R. Los más reveladores. Los que dicen o dan más con menos. Los que con una pincelada o un simple trazo componen el retrato entero. O los que contienen en semilla un pensamiento o un sentimiento íntegros.
P.-Mirada de mujer en un mundo lleno de odio. Podía así salir uno de un mundo lleno de rabia. Es como para expresarla ‘como si no pasara nada’ Pág. 117.
R. Miren, la madre de la novela, es un personaje central; el eje en torno al cual gravita toda la trama. Su hijo Martín, que es el protagonista, siente enseguida lo cercanas que están las palabras huérfano y naufrago. El asesinato de su padre le hace naufragar, perder las referencias. Su madre está ahí para ayudarle a recuperarlas. ‘Como si no pasara nada’ valdría para subrayar que esas referencias son sencillas, básicas, que tienen que integrarse en la vida diaria con la máxima naturalidad y sinceridad, sin imposturas. Esas referencias se resumen simplemente en ser una persona decente, expresado con una claridad que cualquiera entiende.
P.-Y las cosas que quieras añadir y yo me he olvidado preguntarte.
R. He querido encabezar la novela con un verso de Fray Luis de León: ‘Y luz no usada’. Pocas veces he leído algo escrito con tanta sencillez que recoja tanta ambición de libertad, tanta esperanza.