viernes, noviembre 22, 2024
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Petardo de Conde, chispazos sin rematar de Díaz y dignidad de Mora

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FICHA DEL FESTEJO.-

Toros de «El Vellosino, bien presentados y de juego desigual. Buenos, segundo y tercero; quinto y sexto «se dejaron»; y ya primero y cuarto fueron imposibles.

Juan Mora: cinco pinchazos y cuatro descabellos (silencio tras aviso); y estocada tendida y dos descabellos (silencio).

Javier Conde: pinchazo echándose fuera, otro hondo y dos descabellos (pitos); y pinchazo y estocada (pitos tras aviso).

Curro Díaz: pinchazo y estocada fulminante (ovación); y pinchazo hondo y estocada (silencio).

En cuadrillas, José Manuel Montoliú saludó tras banderillear al tercero.

La plaza rozó el lleno en tarde de calor agobiante.
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DOS TOROS «SIN TOREAR»

La misma cantinela de días anteriores para contar la corrida de hoy. Que si los toros de esta manera, no dieron opciones; que si los toreros no estuvieron por la labor ni tuvieron «material» propicio.

Pero no. Aunque esta vez valen muchas disculpas, sin embargo, hubo dos toros que pudieron ser clave para salvar el festejo: los toros segundo y tercero. Y eso hay que anotarlo en el debe de los toreros, de Javier Conde y de Curro Díaz.

Dos toros «sin torear, como suele denunciar la afición cuando se pone claramente a favor del toro por sus virtudes. El primero de Conde, segundo de la tarde, tomó los engaños con prontitud y clase, metiendo la cara abajo, y dejando muchos desahogos. Pero ya se encargó el torero de que pareciera otra cosa haciéndole los cites fuera de cacho, donde el animal era más remiso, y de no dejarle la muleta en la cara para abundar en su falta de codicia.

Aún así se aburrió el torero, entiéndase se arrugó, antes que el toro. La ovación final en el arrastre del toro contrastó con los pitos al torero. Otro astado bueno en la tarde fue el tercero. Y aunque Curro Díaz «se tapó» mejor tampoco redondeó nada. Todo fueron pinceladas y detalles. Eso sí, fueron muy bonitos los lances de recibo a la verónica, jugando a compás brazos y cintura. Y apertura de faena también con duende, con especial regusto en las trincheras de mano muy baja.

No obstante, en lo fundamental faltó compromiso por parte del artista, con un toreo de muleta retrasada y en «uve, citando con «el pico» al pitón contrario, ventajista y poco ‘enfibrado’. Los muletazos, algunos muy bellos cuando acertó a descolgarse de hombros, sin embargo, el conjunto fue de medios muletazos por no decidirse a dar el paso adelante. A todo esto, el toro a menos. Aquello no fue lo que se esperaba a pesar de la ovación al torero.

Y no hubo más en la tarde que fuera motivo de lisonja o censura. Porque Conde se dejó sorprender por el quinto, más pendiente el hombre de la puesta en escena que de hacerse con el toro, doblegándole. Hubo pases sueltos y dos pamplinas, nada. Y ovación al toro más que nada para fastidiar a Conde, que a su vez fue pitado.

Díaz tampoco pasó de los detalles en el último, perdido en el escaparate de una faena que siempre pareció imposible, y que de hecho no terminó de tener estructura.

A Juan Mora le tocó el peor lote con diferencia, dos toros intratables, negados para hacer el toreo. Bajo de raza, corto de recorrido y sin humillar, el primero, se movió siempre dando tarascadas. Mora mostró a pesar de todo detalles de excelsa torería, de un estilo ‘asolerado’, con pinceladas de mucho gancho.

Y más de lo mismo en el cuarto, que se dejó si cabe menos aún. Un toro ‘esaborío’, que podría tener algo en el cuello, torcido, o estaba reparado de la vista, mirando y desplazándose de costado. No le faltaron ganas a Mora. Pero todo quedó ahí. Qué pena de suerte, tan mal repartida.

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