Electra es ‘la hija del Alma’. Es la feliz (la única) expresión del malvado Pantoja en este dramón, que dramón, tragedia griega extrema, de Benito Pérez Galdós.
Y es un teatro antiguo que se estrenó en el mismo escenario que en el que ahora se representa en 1901. Han pasado muchos años y se resiente. Parafraseando a la religión que atacaba, es un teatro decimonónico de tesis y un solo dramón verdadero. Recuerda mucho a La regenta (aquella obra es más sutil) y, de alguna manera, también a la película La mala educación de Pedro Almodóvar.
El escenario es una sucesión de triángulos isósceles que se iluminan a conveniencia. Tiene cierta inclinación como antiguamente para que se vea a los actores y todo el es tenebroso, como la historia que cuenta.
Esta, en Electra, es la lucha entre las fuerzas de la Razón y del Progreso contra el Antiguo Régimen y la Iglesia oscura que representa el personaje de Salvador Pantoja. El personaje le da carne Antonio Valero y hace aquí un convincente (y retórico que así lo exige el texto) sacerdote como si fuera el malo de la película, perdón de la obra teatral.
En esta obra de Benito Pérez Galdós están presentes sus intereses y muchos de sus aciertos y bastantes de sus carencias. Y es cierto que esta obra, la obra teatral del autor, está muy por debajo de sus novelas históricas.
Todo lo que vemos en la función suena a antiguo y ya no hay nada nuevo aquí bajo el sol del Teatro Español. Suena, huele, a demasiado alcanfor que como mucho interesará la los que se comportan como José Luis Garci.
La adaptación al texto de esta Electra es de Francisco Nieva que ha hecho lo que ha podido, poco, con aquellos personajes acartonados. Y los actores le dan carne, energía, a veces sangre mortal, a los personajes de la Ciencia, del Progreso, de la Reacción y de la Iglesia con poca suerte y menos credibilidad.
Es imposible hablar sin ruborizarse de una joven casadera, de una madre casquivana, de un inventor y científico, de un marqués liberal, de un rico papanatas en silla de ruedas (excelente Sergio Otegui), de una monja seglar(Maru Valdivielso) y otra de clausura, de un cura furioso y amenazante con arrojarnos a todos los asistentes a la función al fuego eterno.
Menos mal que Sara Casasnovas es pizpireta y hace que su papel central sea, por lo menos, ligeramente humano y no traído del teatro de otros tiempos. Menos mal que ella es ‘la hija del Alma’, la pureza y la redención que consigue para todos el cielo (bueno es un decir en una obra anticlerical) y que hace que todo bailen al ritmo que marca la bailarina Sol Picó, hasta la madre que se aparece muerta, a modo de espectro, por el patio de butacas. Pues bueno, Electra es una especie de repaso a la historia del teatro.
Electra
De Benito Pérez Galdós
Versión de Francisco Nieva.
Dirección de Ferrán Madico.
Intérpretes: Sara Casasnovas, Miguel Hermoso, Marú Valdivielso, Sergio Otegui, Antonio Valero, Pep Molina, Chema Muñoz, Luisfer Rodríguez, José Conde, Isabel Prinz, Irma Correa, Antonio Requena, Mari Carmen Sánchez y Marta Gómez.
Teatro Español de Madrid.