¿Qué van a encontrar los lectores que se adentren en La construcción del amor?
Yo quería hablar sobre el amor de una manera diferente, desde la perspectiva del psicoanálisis, un campo al que me llevo dedicando 30 años. Casi todo lo que sufrimos en la vida, de una manera u otra, tiene que ver con el amor, y en el libro he intentado explicar que el amor no es algo natural, sino un proceso psicológico que aprendemos en la infancia. Es un libro muy ambicioso, porque toca el tema fundamental de nuestra vida de una manera reflexiva y tratando de responder a la pregunta de cómo lo construimos.
Es decir, el amor es fruto de un proceso de aprendizaje.
Así es. Según lo que hayamos aprendido, las identificaciones creadas con nuestros progenitores y la manera en que hayamos creado nuestro universo de deseo, así amaremos en la edad adulta. En ocasiones, no podemos amar o elegimos mal a la pareja. La infancia determina cómo serán nuestras relaciones amorosas en la edad adulta. El amor tiene dos componentes: una parte nuestra y una desconocida y en esta obra explico que si no funciona el amor se puede reconstruir.
Entonces, ¿hay una receta para la construcción del amor?
Eso es lo que intenta abordar este libro. Hay que reflexionar mucho sobre él, dedicarle tiempo, espacio y palabras. Por mucho que reflexionamos sobre el amor, yo, que llevo muchos años tocando el tema, puedo decir que siempre quedan enigmas sobre él. Por eso, me gusta decir que el libro es una aproximación a un tema que sigue dando para mucho. Además, últimamente nos quejamos mucho del amor y no le dedicamos el tiempo que necesita. La receta, si existiera, pasaría por el conocimiento de uno mismo y por la dedicación y el empeño.
En su experiencia como psicóloga y psicoanalista, ¿muchos pacientes acuden a terapia por problemas amorosos?
Directamente, no. Vienen por depresiones, fobias, ansiedad…diversos síntomas que impiden a una persona desarrollar su vida con naturalidad. Sin embargo, detrás de esos síntomas lo que hay son relaciones frustradas, quejas por no ser querido, miedo a ser abandonado, etc. El psicoanálisis me ha hecho entender al ser humano desde el inconsciente, que es lo que nos determina y rige las conductas que nos suceden a diario y que no entendemos. Sufrimos, precisamente, porque no todo pasa por la conciencia, porque no todo se puede dominar. Y es en el terreno del amor donde somos más vulnerables: sabemos que amamos pero no las razones exactas; son deseos que nos dirigen hacia uno y no hacia otro, y esos son deseos inconscientes.
Usted habla en su libro del ‘armario emocional’ que todos tenemos. ¿En qué consiste?
Es una metáfora de nuestro psiquismo, de lo que hay en el inconsciente. Ahí guardamos amores y desamores, rivalidades y celos, deseos y fantasías… Cuando todo va bien, no solemos preguntarnos nada, pero cuando hay problemas y sufrimos por amor, nos empezamos a cuestionar, nos colocamos el traje de la angustia o el vestido de la tristeza. Con todo esto quiero decir que podemos elaborar las relaciones amorosas porque se construyen desde la infancia. Si algo nos resulta conflictivo, sólo hay que analizar ciertas cosas para comprender lo que nos pasa y modificar ciertas pautas.
En su libro recomienda amar para no caer enfermo.
Sí, creo en el poder curativo del amor siempre y cuando la relación está elaborada, ya que hay gente que no puede amar. Desde el psicoanálisis se sabe que cuando se sufre por amor se sufre de manera involuntaria. Yo recuerdo a la gente que ha sufrido por amor que hay muchas maneras diferentes de amar. Y me gustaría recordar que hay muchos tópicos relacionados con el amor.
Hablemos de esos tópicos sobre el amor.
Bueno, uno de los más habituales es relacionar amor y enamoramiento. Son términos diferentes. En el enamoramiento, se disfraza al amado como uno quiere que sea; en cambio, en el amor se quiere a la persona tal y como es. Queremos porque aceptamos los fallos, eso es algo vital. En enamoramiento, además, es un flash, un instante, mientras que el amor es sólido, no perecedero y te acompaña a lo largo de tu vida, lo que ocurre es que cambia, al igual que uno no es el mismo a los 20 que a los 40. Para llegar a amar, como digo en el libro, hay que aceptar que el otro nos va a decepcionar, al igual que nosotros vamos a decepcionar al otro. Todos tenemos límites y fallos, por eso el amor no puede ser exigente ni responder a la película que nos hayamos montado sobre nuestra pareja.
Cada vez es más frecuente que mucha gente elija estar sola, sin pareja.
Freud decía que nada nos hace más vulnerables en la vida que amar a otro; lógicamente, se refería a que amar genera un estado de incertidumbre. Detrás de decisiones como la de estar solo se esconden muchas veces miedos: miedo al sufrimiento, al abandono…La gente cree que si no tienen pareja evitarán ser abandonados o engañados, pero esa decisión al final les conduce a la tristeza. La vida acompañada es más rica, pero en esta época que vivimos de prisas no sacamos tiempo para dedicarle al amor.
¿Tanto influye la familia a la hora de elegir un amor?
Mucho. Es importante recordar que es en el seno de la familia donde amamos y nos aman por primera vez. El amor tiene que ver con el deseo hacia el otro, con la ilusión. Elegimos un amor por lo que no tuvimos en la infancia y ahora queremos tener, o por lo contrario: por lo que sí tuvimos y queremos seguir conservando. Y el amor se elige desde el inconsciente, claro, pero cuanto mejor nos conozcamos a nosotros mismos, mejor podremos amar. Yo siempre digo que la ignorancia sobre uno mismo, los engaños a los que nos sometemos, son el primer enemigo del amor.
Es decir, para amar primero hay que saber no sólo cómo es el otro, sino cómo somos nosotros.
Por supuesto. Esto exige dejar atrás los engaños. Tenemos que cuestionarnos permanentemente sobre lo que hacemos y lo que somos. Por ejemplo, si nuestra pareja nos ha decepcionado, hay que preguntarse el motivo por el que ha ocurrido, qué hemos visto mal en él o en ella, etc. Desde ahí, siempre se puede volver a reconstruirlo todo.
¿Hay cura para el mal de amores?
La hay siempre que uno quiera. El problema es que a veces, nos curamos cuando ya hemos sufrido mucho y creo que no hay que llegar a ese punto.