Antonio «El Pipa» afirma que el montaje de su versión coreográfica de ‘El amor brujo’ con el Ballet Nacional de Cuba (BNC) le ha permitido dirigir por primera vez «en puntas y zapatillas» un ballet clásico, desde su visión de «bailaor flamenco, español y gitano».
En una entrevista que publicó el periódico oficial Juventud Rebelde, el bailaor anuncia que estrenará la obra junto a la compañía cubana durante el XXII Festival Internacional de Ballet de La Habana, del 28 de octubre al 7 de noviembre próximo.
«No voy a convertir al BNC en una compañía flamenca, advierte «El Pipa» sobre este montaje de ‘El amor brujo’, de Manuel de Falla, que le invitó a coreografiar la directora de la compañía de danza clásica, la bailarina Alicia Alonso.
Antonio Ríos Fernández («El Pipa») recuerda que la idea de este trabajo conjunto surgió en septiembre pasado cuando estuvo en La Habana para dirigir unos cursos.
«Es una obra concebida desde el respeto y la admiración a un lenguaje diferente al mío. Eso si, ‘El amor brujo’ me ha dado la posibilidad de dirigir por primera vez en puntas y zapatillas, señaló el artista.
Para «El Pipa» esta colaboración ha dado lugar a que «nos mezclemos, nos unamos, nos rocemos y nos respetemos cada uno en nuestras disciplinas, que en definitiva es la misma: la danza».
Se mostró seguro de que desde el principio sus ideas estaban «muy claras» para este montaje, al que ha incorporado a niños estudiantes de la Escuela Provincial de Ballet de La Habana.
El bailaor explicó que optó por esa iniciativa porque el boceto original de la obra tiene tanto de «dramático, oscuro y siniestro» que quiso «huir de ello, y pensó que la mejor fórmula era «contar esta historia desde la inocencia de un niño» porque es su deseo contar un cuento con «un final feliz».
«Tengo la obligación de pensar con optimismo. Quiero seguir siendo positivo en la vida aún cuando solo escuchamos sobre desastres en los noticieros, agregó.
Sobre sus experiencias profesionales anteriores a la creación de su propia compañía, dijo que «fue muy importante» porque se considera «un bailaor esponja, capaz de absorber lo que los grandes maestros podían darle «de modo consciente o inconsciente».
Afirmó que no pretende ser «el sucesor de nadie» y que prefiere seguir su camino y «la estela que marcaron» sus mayores, y sus paradigmas, entre los que citó a Antonio Gades, Mario Maya, El Güito, Farruco y Paco del Río, entre otros.