El Teatro Lliure estrena este miércoles la adaptación escénica de la novela «Vida Privada», de Josep Maria de Sagarra, una incisiva mirada sobre la Barcelona de los años 20 y 30 del siglo XX, que el director Xavier Albertí ha querido con mucha música de la época y sin traicionar el estilo de su autor.
Considerada como la «novela emblemática» sobre la capital catalana, Albertí recupera ahora «Vida Privada» para los escenarios, a punto de cumplirse los 50 años de la muerte de Sagarra, con su particular toque personal.
Y con ganas de que las nuevas generaciones conozcan «una novela de novelas», «un verdadero monumento de la lengua literaria» y «un paradigma de la excepcional Edad de Oro del periodismo catalán».
Pere Arquillué, Imma Colomer, Xavier Frau, Àurea Márquez, Alícia Pérez, Mont Plans, Alba Pujol y Oriol Genís son algunos de los actores que darán vida a unos personajes muy heterogéneos, que tanto recorren la Barcelona de la alta sociedad, con sus salones y sus salas de juntas, como las barriadas más oscuras, con sus prostíbulos, pistoleros y sus hombres y mujeres más patibularios.
Y en el centro de la trama, la familia Llaberola, una de las más importantes de la burguesía barcelonesa, que se encuentra en un momento de decadencia, con sus jóvenes herederos fundiendo el patrimonio, en un proceso de degradación social y moral imparable.
Un entusiasmado Albertí mantenía ayer en rueda de prensa que todavía hay gente que cree que Sagarra es un «autor sobrevalorado», cuando, en su opinión, sólo cogiendo una pequeña parte de su obra, como sus memorias, sus artículos periodísticos o algunas novelas y obras de teatro se ve a «una figura gigante».
Ha llegado a aseverar que es el escritor que «inaugura el realismo mágico» y ha remarcado que, al menos, una veintena de páginas de «Vida Privada» «parecen escritas por la prosa más alucinada de García Márquez o Vargas Llosa».
Respecto a cómo ha planteado su adaptación, Albertí ha indicado que, además de «buscar la energía natural para que el estilo se mantenga», ha intentado resaltar la «pulsión» existente entre «eros y tánatos» a lo largo del texto.
El espectador se encontrará con un montaje de casi tres horas de duración en el que se mezcla vodevil con melodrama, comedia y farsa con teatro musical, y cabaré con teatro social.
En este sentido, ha destacado que el proceso para asentar la dramaturgia «ha sido un juego constante entre los materiales musicales y los literarios».
En el escenario, con una gran escalera y una cama como objetos más visibles, todos los actores, además de interpretar sus papeles, cantan y bailan.
Aunque Sagarra escribió la novela en 1932, el montaje de Albertí, que podrá verse hasta el 5 de diciembre, deja abierta la puerta a que el espectador entrevea en el horizonte el advenimiento de una nueva época histórica, con una guerra civil y una dictadura.