domingo, noviembre 24, 2024
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Friedkin tiñe Venecia con su humor negro y Sokurov entusiasma con Fausto

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La competición oficial de la Mostra de Venecia presentó este jueves dos películas extremadamente diferentes. Una estética versión de «Fausto» de Alexander Sokurov, que entusiasmó al auditorio, y una historia de sangre y bajos fondos de William Friedkin que provocó carcajadas con su humor negrísimo.

Dos horas y cuarto para presentar una lectura entre líneas de la obra de Goethe con la que Sokurov cierra su tetralogía sobre la naturaleza del poder y menos metraje para «Killer Joe», una comedia a medio camino entre Tarantino y Robert Rodríguez en la que brilla un excelente Matthew McConaughey.

Muy potentes ambas, aunque es «Fausto» la que mejor encaja en el esquema de un festival como Venecia. «Es imposible imaginar la literatura sin ‘Fausto'», un personaje al que Sokurov considera una «figura viva, humana» y que refleja todo lo que puede pasar a una persona. Un «Fausto» que muestra los pensamientos de la vida, del hombre y del individuo y en el que la naturaleza es parte esencial de su ser, explicó Sokurov en rueda de prensa.

Rodada en Islandia, con actores alemanes y en alemán -«es el lenguaje del texto y del subtexto, un idioma esencial para Goethe», señaló el director ruso-, es una película con la que Sokurov ha querido cerrar un ciclo.

«Moloch» (1999), sobre Hitler, «Taurus» (2001), sobre Lenin, y «The Sun» (2005), sobre el emperador japonés Hiroito, fueron las tres primeras partes de una tetralogía que el realizador decidió hacer en los años ochenta. Y que ahora finaliza con este «Fausto», una figura simbólica con la que cierra la serie de grandes jugadores que perdieron la apuesta más importante de sus vidas, en palabras del realizador.

Una película con la que ha querido explorar cómo era el mundo en el que se desarrolló esta obra, en la que muestra a un Mefistófeles casi demoníaco y en el que hay una gran dureza visual. «Hay una elección patológica de las cosas desagradables, horribles. He desechado muchas escenas ya grabadas porque consideré que había exagerado en el tono horrible», reconoció Sokurov.

Pero una parte de ese horror era necesario porque se trata de una película «sobre la persona, el individuo, sobre la posibilidad del hombre de perderse en la oscuridad y de afrontar todo lo horrible que hay en la naturaleza.

De ahí que el rodaje finalmente no se llevara a cabo en Italia, como estaba previsto en un primer momento. «En Italia hay demasiada perfección, demasiada belleza y su arte decora todo lo que hay a su alrededor», señaló Sokurov, quien precisó que renunciaron a rodar en el Vaticano por motivos económicos.

El lado más trágico de Friedkin

Y si «Fausto» incide en ese lado desagradable, no lo hace menos «Killer Joe», la última obra de Friedkin, basada en parte en un hecho real y en la que la violencia está presente desde el primer hasta el último fotograma.

Responsable de películas como «El exorcista» (1973), «French connection» (1971) o «Vivir y morir en Los Ángeles» (1985), Friedkin recupera su lado más truculento para contar la historia de una familia, cuanto menos, surrealista.

Chris (Emile Hirsch) discute con su madre porque ésta le ha robado parte de la cocaína con la que él trafica. Así que va en busca de su padre -divorciado y casado de nuevo- al que convence para matarla y, para ello, contratan a un policía corrupto, conocido como «Killer Joe» (McConaughey). Con una puesta en escena con aires paródicos, actores exagerados y raudales de sangre, Friedkin apuesta por el histrionismo y acierta en el tono absurdo de la situación para provocar que sea el humor negro el que capte la complicidad del espectador.

«Mucha gente puede pensar que no es divertido», señaló Friedkin en una rueda de prensa en la que no paró de hacer el payaso -incluida una oferta para cantar «Volare»-. Pero se trata de «una película muy divertida pero de forma muy oscura. Es como cuando escuchas a un político americano decir lo que va a hacer por la gente. Es muy cómico».

Un filme con el que Friedkin aspira a llevarse el León de Oro de Venecia. «Si digo que Darren Aronofski (presidente del jurado) es un gran director, ¿podría conseguir su voto?», se preguntó. Pero tiene como oponentes a un montón de buenas películas -entre las que no está la olvidable «L’ultimo terrestre», un filme italiano también proyectado hoy- que han puesto el listón muy alto en esta 68 edición de Venecia, en la que sólo quedan por ver «Duo mingkin» («Life without principles») de Johnie To, y «Texas killing fields», de Ami Canaan Mann.

Alicia García de Francisco/Efe

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