El director más famoso de Hollywood ha tenido un 2011 agitado. Dirigió un total de cinco películas, y por fin Spielberg estrena en España una de las más esperadas y que tiene seis nominaciones a los Premios Oscar: Caballo de batalla (War Horse).
El argumento es bastante simple: en el marco de la Primera Guerra Mundial, Albert Narracott consigue a través de su padre un potro al que pondrá de nombre Joey. Con mucho esfuerzo, Albert y Joey demostrarán que a pesar de ser un caballo casi pura sangre, tiene la fuerza y el espíritu que ningún caballo de tiro puede demostrar. Pero pagar la renta no es la única preocupación de los señores Narracott. La distancia entre padre e hijo se hará más grande cuando el progenitor decide vender a Joey a soldados británicos para pagar sus deudas. Albert prometerá a su amigo que lo encontrará, esté donde esté, y es entonces cuando se inicia la aventura del caballo: Joey dejará las verdes praderas de Inglaterra, para ser un verdadero caballo de batalla, que pasará de mano en mano por distintas personas que algo tienen en común: el amor por los animales.
El filme, producido por Dreamworks y bajo la firma de Disney, tiene todos los elementos necesarios para mantener al espectador en su butaca durante dos horas y media, lo que ya es un logro.
Dicen que es de lo más complicado trabajar con niños y con animales, y más si es en el mundo del cine. En esta película podemos apreciar el gran esfuerzo que han hecho para conseguir una estética y una fotografía de lo más creíble, solo con el pretexto de enseñarnos a los espectadores que los caballos también tienen su corazoncito y sus propios sentimientos.
Por eso, no le faltan los valores típicos de la fábrica de sueños: la amistad, el amor por los animales y el trabajo duro. Y tampoco puede faltar una moraleja.
Las interpretaciones son correctas, pero nada destacables. Lo que sí es digno de mención es la banda sonora, en perfecta armonía con los silencios que requieren una guerra. No es de extrañar entonces que esta película posea la candidatura a los Oscar en cuanto a montaje de sonido o mejor banda sonora.
Lo mejor de todo, la fotografía: las granjas de Italia, los verdes pastos de Inglaterra, incluso los parajes desolados de la batalla cuentan con una escenografía de lo más increíble.
Siendo un producto de la factoría Disney ya hace imaginar qué clase de final puede tener la película. Algo muy previsible. Pero aún así, los amantes de los animales y las personas sensibles echarán alguna que otra lagrimita.
La película no es mala, pero Spielberg eligió un momento muy malo para estrenarla. Porque muchos de los espectadores aún siguen entusiasmados con su trabajo anterior, cuyo protagonista era el valiente Tintín. Y este largometraje, a pesar de tener luz propia, no deslumbra la obra anterior.
Glady de la Cruz