“La audiencia ha decidido que debe abandonar la casa…” es la frase de Mercedes Milá más temida por cada uno de los concursantes que entran en la casa de Gran Hermano. El temor suele surgir al plantearse esta pregunta: ¿Y ahora, qué?
Tras pasearse por varios platós de la cadena, la mayoría termina montando un pub, haciendo bolos o, con suerte, trabajando en televisión, pero no todos han administrado la efímera fama de la misma manera. Y eso, a veces, les pasa factura. Nos lo cuenta Iñigo González Sosa, exconcursante de la primera edición de Gran Hermano, en el libro que acaba de publicar Mercenarios de la tele (Editorial ERIDE).
Al salir de la casa, González estudió periodismo en la Universidad Europea de Madrid y, después de hacer prácticas en La 2 de TVE, trabajó durante cinco años en Canal Regional de Noticias de Castilla-La Mancha. La idea de contar cómo es la vida de un exgran hermano le surgió en la décima edición del concurso. “Quise hacer un homenaje a través de un DVD, pero hubo problemas a la hora de editar algunas entrevistas de compañeros y me decidí a plasmarlo en un libro”, nos dice.
Para ello, ha hablado con más de 20 exconcursantes (7 ganadores) que le han trasladado sin pelos en la lengua cómo ha sido su vida tras pasar por la casa de Guadalix de la Sierra. Lo primero que llama la atención es la cantidad de dinero que muchos, -sobre todo los de los primeros años-, ganaron después del programa. “Les llegaban a pagar 24.000 euros por ir a un programa”, señala. Pero hay más: cobraban 9.000 euros por ir como reclamo a una discoteca, 9.000 euros por aparecer 10 minutos en Crónicas Marcianas y hasta 6.000 por tener una cámara en casa mostrando cómo vivían. “Ahora les ofrecen 300 euros por asistir a un plató”, puntualiza Iñigo González.
Dinero y fama fácil que duran poco y el abismo que se presenta ante ellos se les antoja infinito. Por no hablar del estigma que les supone su paso por el reality. “Hay concursantes a los que les han roto el currículum en la cara al saber que eran de Gran Hermano. Israel no pudo trabajar en un hotel”, desvela el autor. Naiala, una de las ganadoras, asegura que para trabajar en una cadena de televisión tienes que ser homosexual. Dani López, de su misma edición, le ofrecieron dinero por “acostarse con una mujer mientras su marido miraba”. Y a Ana Toro su padre le dejó de hablar “por salir en Interviú”. Son algunos de los testimonios que encontramos en el libro.
Les llegaban a pagar 24.000 euros por ir a un programa. Ahora les ofrecen 300 euros por asistir a un plató
El estigma
En Mercenarios de la tele el autor no es sólo un mero transmisor de lo que cuentan los entrevistados. Iñigo González sabe muy bien lo que se siente. Cuando acabó la carrera, la agencia Korpa no le dejó hacer prácticas porque “no querían que un famoso entrevistara a otro famoso”. “Al terminar el programa de Sardá no sabía qué hacer. Lloré en un taxi al acabar la temporada ya que no había futuro”, nos confiesa. Su paso por la casa es recordado por el polo verde, pero su colaboración en Crónicas Marcianas va unida a los disfraces. “Mi gran error fue tomarme el programa como si fuera un patio de colegio. Caí en el error de los disfraces. Sardá tenía más planes para mí”. Y no sólo tuvo dificultades laborales. También en el plano personal. Al salir de la casa, dejó de lado a su familia, «se me fue la pinza un poco», indica. «Me dí cuenta de todo cuando se acabó la tele».
Sin embargo, González quiere dejar muy claro que la culpa “no es de Gran Hermano”. Cada uno gestiona la fama como quiere. “El que es friki, lo será siempre”, afirma. De ahí que haya exgrandes hermanos, como Gerardo, que consideren Mercenarios de la tele como “una buena terapia para los que hemos entrado y quieran entrar”. Es “necesario” para los fans del concurso porque da una imagen “más realista” que la que ha salido hasta ahora en los medios, relata el periodista. Aún así, todos los entrevistados hacen un balance positivo del programa.
Gran Hermano visto desde fuera
Pero el libro no se queda sólo en lo que han vivido los concursantes al abandonar Guadalix. También recoge testimonios de personas ajenas al reality. Es el caso de la cantante Vicky Larraz, quien considera que los participantes buscan la fama fácil, sin temor al ridículo. También el periodista Fernando Ramos da su particular visión: “Con un par de cintas de vídeo puedo hacer ganador a quien quiera”.
Mercenarios de la tele salió a la venta a mediados de enero y se ha agotado en ciudades como Barcelona, La Coruña o Bilbao. Iñigo González lo ha presentado ya en Madrid y Sevilla y siempre ha estado arropado por antiguos concursantes que ven con buenos ojos su particular “homenaje” al programa que va ya por su décimo tercera edición.
La siguiente fecha en la que el periodista ceutí presentará su obra es el 11 de abril en Barcelona. Mientras tanto, entre viajes y entrevistas, sigue viviendo en Sevilla, donde se crió, estudia un máster de dirección de comunicación institucional y empresarial y busca trabajo de periodista, “aunque ahora está difícil”. Eso sí, alejado del ojo que todo lo ve.
Cristina Rodríguez