Como mucho puede lucir vena, pero nada más. La seriedad de la que hace gala en pantalla la traslada a su vida personal y por eso nos ha dejado claro que a ella va a ser difícil pillarla en un descuido. Está dispuesta a salir en «Interviú», incluso en la portada como en esta semana, pero no desnuda ni cobrando. Lo suyo es la palabra y hablando es como nos hemos enterado en esa revista, por si a algún depravado le interesaba la información, que ella siempre va con las bragas bien puestas.
«Nunca voy sin bragas, ni en directo ni en casa”. Palabra de Patiño. Vamos, que ni un aficionado le va a sacar una foto indiscreta en el plató de «Sálvame» ni paparazzi va a ganarse la vida con ella, por mucho que se pueda jugar el físico intentanto entrar en hogar. Si algo sabe esta ferrolana de casi 42 años es de cómo se las gastan en la profesión que le da de comer, y muy bien por cierto, y por eso parece la antítesis de gente que sí ha aparecido en los medios sin bragas y a lo loco. Ella, salta a la vista, no es ni Lady Gaga, Jennifer López, Gwyneth Paltrhow, Crhistina Aguilera, Natalie Imbruglia,Kate Perry, Emily Watson, Miley Cyrus o incluso Graciela Alfano, rostro televisivo como ella que ha hecho culto del no-uso de la ropa interior.
Salvo en la noche madrileña, donde es fácil verla en determinados garitos, y siempre muy bien acompañada, es difícil descubrir a la Patiño por la calle, porque, como ella misma confiesa, huye de las masas porque «no me gusta que me reconozcan». Por eso sale en televisión, y por eso se vendió a Telecinco tras la desaparición de «DEC», el programa de Antena 3 donde, como Figo cuando era jugador del Barcelona, despotricaba todo lo que podía contra la cadena que ahora le paga.
Para colmo, y para desdecir el halo de modernismo que pretende lucir en pantalla, nos indica ahora que le encanta estar en chándal. Menos mal que, quizás para compensar, nos ha desvelado que «en la cama también soy muy elástica». De lo contrario su imagen de «femme fatale», de personaje que constantemnte cruza la línea entre la bondad y la maldad, actuando sin escrúpulos sea cual sea su voluntad, habría quedado por los suelos.