No se habían sentado juntas en un plató desde que en 2009 Belén Esteban abandonase ‘El programa de Ana Rosa’ para irse a ‘Sálvame’. Aquella fuga generó mucha polémica, pero ambas aseguraron que no guardaban resquemor a la otra. Este jueves volvieron a verse las caras en el magazine matinal de Telecinco para hablar de ‘Ambiciones y Reflexiones’, el libro que Belén acaba de publicar.
Aunque Ana Rosa festejó el regreso de la Esteban a «su» casa», la buena relación duró poco, casi cuando comenzaron a hablar sobre la vida de ésta y su recuperación. Por ejemplo, sobre la boda y el vestido de novia que Ana Rosa y Chelo Montesinos, antigua directora del programa, le regalaron. Esteban indicó que agradecía el gesto pero que había sido muy triste porque hubiera querido ir con su madre y sus amigas a comprarlo a una tienda, pero que no había podido debido a la negativa de varios comercios. Ante estas palabras, Quintana no dudó en afirmar que eso era injusto porque ellas le hicieron un gran regalo, gracias al cual «iba muy fina y a la última moda». Para la presentadora, los problemas de su compañera comenzaron antes de su segunda boda, algo que ésta dijo no tener muy claro.
Lo peor quizás comenzó cuando Belén Esteban afirmó que no quería seguir vendiendo su vida como había hecho hasta ahora y que si para ello tenía que dejar la televisión lo haría. Ante esto, Quintana puntualizó que dado que ella no es ni cantante, ni bailarina, ni periodista, y que tan sólo era Belén Esteban, alguien que se había convertido en un personaje público por lo que ocurrió en su vida: «Eres un personaje y lo seguirás siendo quieras o no, tu única opción es desaparecer», matizó.
Otra gran revelación de la Esteban, al menos que sorprendió a Ana Rosa, fue que le gustaría poner una tienda una vez que pagase todas sus deudas. Entre éstas incluyó su chalet, el cual dijo no había terminado de pagar, algo que sorprendió a Ana Rosa porque le dijo que esa casa la había comprado cuando aún estaba trabajando en su espacio. La respuesta de Belén tampoco dejó lugar a la duda, al asegurarla que el dinero se lo había dejado «en otras cosas».