sábado, noviembre 23, 2024
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El expolio fue a Aragón y lo inició la Generalitat comprando a unas monjas

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Joaquin Costa hubiera sonreído: “la vida del derecho” vence al expolio. Tras las cuatro mil pesetas de la Generalitat de la época con las que, de un monasterio incendiado en la guerra civil, se llevaron 120 metros cuadrados de pinturas murales y tras los sucesivos cambalaches de la Generalitat, y los responsables de los museos catalanes, el Obispado de Lleida y las monjas sanjuanistas, hoy es fiesta en el Monasterio de Sijena.

Los vecinos de este pequeño municipio oscense han ganado a golpe de ley y sentencias, diga lo que diga el huido Puigdemont, un patrimonio expoliado. Una sentencia y una decisión que vale para todos aquellos lugares de España, incluidos los catalanes, que han visto como personas sin titulo habilitante expoliaban su patrimonio.

En julio de 2015, el juzgado de instrucción número 1 de Huesca dio la razón a Aragón – en realidad al Ayuntamiento de Villanueva de Sijena- y urgió, en una sentencia provisional, el retorno de las piezas.

Pero la Generalitat ha hecho oídos sordos al mandato judicial desde entonces bajo el argumento de que Cataluña compró todas esas piezas a las monjas sanjuanistas, titulares de los bienes, y que hoy el conjunto forma parte del patrimonio cultural catalán.

A pesar de ello, la Generalitat aceptó la devolución de las 53 piezas de menor valor – por cierto, dos de ellas extraviadas sin explicación alguna- .

En la sentencia, se declara que el monasterio es Monumento Nacional desde el año 1923, y eso implica que cualquier movimiento de piezas posterior a esa fecha debe ser comunicado al Gobierno central, algo que monjas sanjuanistas y la Generalitat no hicieron. Las monjas no tenían título habilitante y la Generalitat ni siquiera ha demostrado que las hubiera pagado.

La historia de un expolio

El monasterio de Villanueva de Sijena, se ubica en una pequeña localidad de la provincia de Huesca de alrededor de 400 habitantes, se levantó en el siglo XII.

en Sijena nació Miguel Servet. El monasterio lo hizo construir Sancha de Castilla, esposa de Alonso II de Aragón para las religiosas de la Orden de San Juan de Jerusalén. Monasterio de la nobleza, protegido de sus diversas crisis por la monarquía aragonesa, se convirtió en propietario, durante la primera mitad del siglo XIV, de tapices, retablos, pinturas y otros muebles y objetos de arte.

Los 97 bienes que se han reclamado por las autoridades aragonesas se expoliaron, según la Justicia, o se compraron, según la Generalitat, a partir de 1936 y en diferentes etapas.

Una parte de los bienes habían sido arrancados de las paredes del monasterio oscense en 1936, al comienzo de la guerra civil; otros fueron dejados en depósito en el obispado de Lleida por la priora de Sijena en los años 70, mientras las monjas se trasladaban a otro monasterio de la orden de San Juan durante unas obras.

La firma en los contratos de compraventas es la priora del cenobio de Valdoreix, al que se mudaron las últimas integrantes de la comunidad oscense antes de su extinción. Ninguna de las dos prioras disponía de las autorizaciones para vender las piezas ni se sabe cuánto y cómo cobraron, si es que lo hicieron.

Josep Gudiol, financiado por la Generalitat, se llevó, por cuatro mil pesetas de la época, 1936, 120 metros cuadrados de pinturas murales del siglo XIII. De su taller, ya restaurados, pasaron en 1940 al Museo Nacional de Arte de Catalunya (MNAC). Joan Ainaud de Lasarte, director del museo en la década de los 60, regresó a Sijena a por más material.

Argumenta la Generalitat que ambos compraron la obra a las monjas de la Orden de San Juan de Jerusalén, que regentaban entonces el monasterio y se instalaron en Catalunya a partir de 1970.

Las explicaciones de la sentencia señalan que las monjas vendieron 97 piezas sin informar a las autoridades en 1983, 1992 y 1994 por un total de 75 millones de pesetas. Antes se las consideraba en depósito tanto en la Diócesis de Lleida como en el MNAC. No obstante no se ha podido acreditar el pago de la Generalitat a las monjas: según los contratos estos se firman sin que aparezca el pago realizado.

Las obras se trasladaron a Cataluña por mandato del Obispado de Lleida que trasladó el convento y, mientras se rehabilitaba el edificio, dos camiones enviados por el obispo Ramón Malla se llevaron lo que faltaba. Ni las monjas ni los bienes regresaron.

Largo litigio judicial

Alfonso Salillas alcalde de Sijena inició en 1996 el procedimiento judicial que, sin éxito, ya había emprendido la Diputación de Huesca, con el abogado Jorge Español como arma jurídica.

En primer lugar, lograron que la justicia declarara nula las ventas de las mojas y posteriormente la devolución que esta mañana se ha cumplido, por orden judicial.

Villanueva de Sijena y el Gobierno de Aragón han asegurado durante el largo proceso que que se trata de un expolio, que las pinturas se encuentran en Catalunya en régimen de depósito y que este se extingue cuando sus legítimos y originales propietarios las reclaman.

La Generalitat, por el contrario, se ha opuesto argumentando que las ha “preservado de su seguro olvido y desaparición”. Consideran lícitas las compras y las ventas antes señaladas. El Supremo ha apoyado, también, la reclamación aragonesa.

Redacción

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