miércoles, noviembre 20, 2024
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Noa canta obras de Bach

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«No es la montaña lo que coronamos, es a nosotros mismos», dijo Edmund Hillary cuando encumbró el monte Everest, una cita que, según la artista israelí, sirve para explicar su elección. «Bach es el Everest de los músicos. Es un fenómeno y lidiar con su música representa una conquista personal sobre tus limitaciones, porque no hay nadie de mayor altura».

En «Letters to Bach» (More Management), la compositora, músico y vocalista nacida Achinoam Nini (Tel Aviv, 1969) puso letra a piezas del alemán como «Largo from Concert #5» o «The Badinerie» y las retituló bajo la premisa de hacer «música que marcara un antes y un después».

«Bach no nos necesita, él ya es extraordinario. Si lo utilizamos, tenemos que justificar por qué», cuenta, lo que suponía encontrar un discurso a la medida y determinó la elección del repertorio. «Había piezas maravillosas que quería cantar, pero no hallaba letras a la altura. Intentamos incluir música que proporcionara un punto de vista único de la vida en 2019», señala.

El calentamiento global, la eutanasia o la tecnología y la religión son cuestiones que están presentes en este álbum, el décimo de estudio de su carrera.

«Es complejo tener una opinión sobre cualquier aspecto en cualquier sitio a día de hoy, especialmente si eres un artista y pretendes ir más allá del puro entretenimiento como vía de escape del mundo real. Para mí, mi deber como artista siempre es levantar la antorcha del humanitarismo», defiende.

Entre los temas que enarbola, está inevitablemente el feminismo. «El #MeToo ha marcado un punto de no retorno. No creo que volvamos a donde estábamos antes, pero el viaje sigue siendo muy largo hasta alcanzar la igualdad», subraya la intérprete y músico ante una canción, «Look at me», en la que habla de «mirar más allá de los muros, incluido el que divide a israelíes y palestinos».

«Todo lo que sucede allí es complejo, incluso para nosotros», precisa, antes de afirmar que hay aspectos que sí son simples, como la necesidad de «compromiso, diálogo y entendimiento» para alcanzar una paz que es urgente, misión para la que solicita la ayuda de la comunidad internacional.

No evita temas peliagudos, como la de los territorios ocupados. «No niego la ocupación y, de hecho, la rechazo y he luchado contra ella», asevera Noa, quien se muestra contraria también a movimientos como el BDS, que piden el aislamiento de Israel por la política de su gobierno a este respecto, con peticiones para que ningún artista internacional actúe allí, como en el caso del próximo Festival de Eurovisión, que tendrá lugar en mayo en Tel Aviv.

«El boicot supone castigar a todos, también a quienes son activistas por la paz. Las fronteras siempre deberían estar abiertas para la cultura y los artistas deberíamos ser capaces de hablar en todas partes. Yo cantaría en China, en Palestina o en Rusia, aunque no me gusten sus gobiernos, porque los gobiernos no son la gente», justifica Noa, muy crítica asimismo con el ejecutivo de su país.

Uno de los aspectos más relevantes de este trabajo, que empezó a fraguar en su mente hace dos años y medio, es la presencia como productor ejecutivo de Quincy Jones, gurú musical como responsable de los primeros discos de Michael Jackson y algunos de Frank Sinatra.

«Hay dos tipos de música: la buena y toda la demás. Los músicos auténticos lo saben, que no importa el género, y Quincy tiene además una educación clásica», explica sobre la incorporación del estadounidense a este proyecto, bendiciendo cada decisión y los arreglos de Gil Dor, eterno colaborador de Noa.

Aunque no estará entra las actuaciones del citado Eurovisión 2019, en la agenda de la israelí sí figuran dos citas en España: el 27 de abril en el Auditori de Girona y, un día después, en el Teatre Barts de Barcelona, para ofrecer una selección de sus grandes éxitos y estas cartas a Bach.

«¿Bailarás conmigo, JSB?», le pregunta en una misiva real con la que comienza el álbum. A la espera de respuesta, Noa se queda satisfecha con la de «un crítico muy férreo» vinculado al alemán al que mandó el disco. «Me dijo que igual ahora sonaba algo más cursi, pero que a Bach le habría encantado», sonríe.

Redacción

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