Realmente bonita manera porque el concierto ha sido impecable y las 13.000 personas que han llenado el recinto ha disfrutado del sonido mágico y singular de la guitarra de Knopfler, que probablemente no volverá a sonar en directo en Barcelona.
El concierto ha empezado con «Why aye man» y, en cuanto ha finalizado este primer tema, el escocés se ha dirigido al publico y ha asegurado que estaba muy contento de volver a Barcelona porque adora la ciudad, pero ha añadido que este «hola Barcelona» es también un adiós.
«Soy viejo», ha dicho en tres ocasiones durante el concierto el músico que el próximo verano cumplirá 70 años y que, efectivamente, es mayor, pero sigue conectando con el público, con un impulso menos roquero que en su juventud, pero con personalidad y maestría.
El público, también maduro, no ha reaccionado inicialmente al anuncio, probablemente porque lo ha dicho como de pasada, sin darle importancia, pero según ha ido avanzando el concierto los espectadores han ido incrementando sus muestras de afecto hacia el cantante y el espectáculo ha alcanzado una calidez que quizás no hubiera sido exactamente la misma si los presentes no hubieran tenido conciencia de que éste no era un concierto más, sino que quizás era el último en Barcelona.
Una potente banda de diez músicos ha acompañado a Knopfler en el Palau Sant Jordi y también lo hará durante toda la gira mundial que este jueves ha empezado en Barcelona y que le llevará a otras cinco ciudades españolas, antes de recorrer toda Europa y saltar a Estados Unidos.
En principio, la gira tiene como objetivo presentar el último disco de Knopfler, «Down the road wherever», pero el escocés también ha incluido en el repertorio temas de otros de sus discos en solitario y algunos de sus grandes éxitos con Dire Straits.
Tras «Why aye man», del álbum «The Ragpicker’s Dream» (2002), ha llegado «Nobody does that», que junto a «My bacon roll» y «Matchstick Man» han sido los temas que ha elegido para presentar su último disco.
Un trabajo discográfico en el que vuelve a los orígenes por partida doble: musicalmente, porque re-conecta con el rock de sus raíces, el blues y el folk; y por el contenido de las letras que hablan de sus principios musicales en el londinense barrio de Deptford, donde nació Dire Straits, y de su infancia en Newcastle.
Estos temas nuevos se han alternado con otros seleccionados entre sus ocho discos previos en solitario, pero los más bien recibidos por el público han sido los de Dire Straits.
Los aplausos han empezado a sonar en los primeros compases de «Once upon a time in the west» y se han repetido con cada vez mayor entusiasmo en «Romeo and Juliet», «Your latest trick», «On every street» y «Telegrah road».
Este último tema ha cerrado el concierto con el público en pie aplaudiendo emocionado, algo especialmente significativo teniendo en cuenta la media de edad de los espectadores que han permanecido sentados la mayor parte del tiempo.
Knopfler ha respondido al entusiasmo con dos bises: «Money for Nothing» y «Going Home», que han despedido un concierto agridulce: con el buen sabor de boca que deja la buena música, mezclado con ese regusto melancólico de las cosas que llegan a su fin.
AM