domingo, noviembre 3, 2024
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Ángela Becerra convierte su última novela en un «monumento a la mujer»

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Una historia que saca del anonimato a un personaje real, Betsabé Espinal, que con solo 23 años se convirtió en la heroína de una de las primeras huelgas feministas de la historia de América Latina: Fue el 12 de febrero de 1920 cuando las mujeres de una fábrica textil se levantan en huelga, la primera de estas características, y que no fue secundada por los hombres.

Becerra descubrió a Betsabé Espinal casi por casualidad y comprobó cómo había muy pocos datos biográficos, lo que consideró una suerte porque existían «muchos más huecos para rellenar» con su ficción para la novela.

Una novela que está repleta de elementos de idealismo mágico ya que, como asegura la escritora, «la magia está al servicio de las emociones».

Betsabé, nacida en el barrio en uno de esos primeros capítulos que Becerra cree que tienen que ser «brutales para agarrar al lector por las solapas», tendrá como primera compañera a Capitolina, niña de una familia acomodada a la que su madre amamantará al mismo tiempo que a ella.

Tras abandonar la casa, Betsabé comenzará a trabajar desde niña en una fábrica y acabará liderando, contra todo pronóstico, una revuelta femenina contra unos derechos que todos les negaban, de tal forma que la novela se convierte en un manifiesto contra la manipulación.

Ángela Becerra ha utilizado también la naturaleza como elemento metafórico y a través de ella aparecen la magia porque, explica la autora, se crío en un país donde lo mágico estaba en el día a día y las leyendas formaban parte de la vida.

Y el idealismo mágico está presente en este relato épico de liberación de las mujeres, como es habitual en su escritura, ya que como afirma Ángela Becerra, «la magia está al servicio de las emociones».

El entorno de la historia viaja de las geografías exuberantes en las que nace la protagonista al mundo cerrado y clasista de la sociedad de Medellín, con una clase aferrada a sus privilegios, y en cuyas industrias y fábricas las mujeres debían trabajar descalzas para no manchar el suelo.

Ángela Becerra confía en que su libro contribuya a levantar el «manto» de anonimato sobre Betsabé y a que exista un reconocimiento a su aportación al movimiento de igualdad, y recuerda que empezó a escribir la novela hace seis años, cuando el movimiento MeToo todavía no existía.

A través de la amistad de Betsabé y Capitolina, la niña de clase alta con la que la protagonista se crió, la autora quiere exponer también cómo el sometimiento de las mujeres existía, ya fueran pobres o ricas. 

cn/ma

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