lunes, noviembre 4, 2024
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El rock sofisticado de Tool se impone en un Download a la baja

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A este cierre de la cita madrileña se han acercado unas 25.000 personas, según la organización, con lo que la Caja Mágica ha cobijado en los tres días de la tercera edición a un total de 70.000 asistentes, lo que supone casi un tercio menos que en 2018.

En ese ejercicio de balance final cabe señalarse también que la de Tool, por público y propuesta, ha sido la gran baza de 2019, hasta el punto de que la programación de este domingo, sin apenas sorpresas más allá de la de As It Is, se ha vivido como una cuenta atrás hasta su concierto.

Trece largos años han tenido que esperar sus seguidores para volver a ver a los de Los Angeles tocar en Madrid, los mismos que hace que no publican disco, lo cual no ha limado el aura de prestigio y veneración que despiertan cada una de sus apariciones como banda de culto que no está ni en Spotify.

Con todo, uno de los atractivos de su actual gira es descubrir cómo suenan en vivo los dos primeros temas que han lanzado en todo este tiempo de vacío: «Descending», denso pasaje puramente instrumental; e «Invincible», más etéreo y pegadizo, rayando incluso el estribillo, estructura esquiva en la obra de Tool.

Su metal progresivo, impregnado de arte visual y razones intelectuales, ha arrastrado al público desde el inicio con el disruptivo «Ænema», en el que arremeten contra la Cienciología, y les ha encendido después con «The Pot», sus guitarrazos fieros y la aparatosa batería de Danny Carey más presente que el mismísimo Maynard Keenan, cantando desde las sombras del fondo del escenario.

No solo el sonido preciosista, también sus inquietantes proyecciones y la cuidada realización de luces han llevado el espectáculo a otro plano más allá de lo musical que quizá en un recinto cerrado como el WiZink Center, con grada y menos tendencia a la dispersión de energía, habría dado incluso más juego.

Fuera de Tool, de lo primero realmente bueno que ha dado de sí el cartel de este domingo han sido las mil capas de los españoles Toundra, en un ciclo hipnótico en el que tejen y vuelven a descomponer los hilos del rock a través por ejemplo de la guitarra de Esteban Girón.

Tras ellos, guitarras vibrantes y un mar de brazos en alto han jalonado el concierto de Soulfly, banda de heavy metal fundada en Phoenix (EE.UU.) con la peculiaridad de introducir elementos musicales africanos y brasileños, como en la postrera «Back to the primitive».

«¡Manos arriba!», pedía el vocalista Max Calavera en español en un concierto que ha acabado hasta con «olés» y en el que el alcohol, el calor que aún rezumaba del asfalto y la capacidad de sugestión han hecho el resto para llevar a algunos a una especie de estado de Nirvana metalero.

Con intensidad ha arrancado también el directo de los británicos Architects, amantes del «metalcore» con bases como percutores solo aptas para corazones fuertes y la voz como una lija de Sam Carter, rabiosamente punk.

Esa aproximación extrema al estilo ha hecho que la irrupción justo después con un enfoque más pop y lúdico de Sum 41, las otras supuestas estrellas de la jornada con más de 10 millones de copias vendidas, se haya vivido como si de otro festival se tratara, una jugada de desengrase del programa en la que ha cabido confeti y versiones del «Another brick on the wall pt. 2» de Pink Floyd y «We Will Rock You» de Queen.

Con Tool y la actuación final de Boston Manor, ya de madrugada, ha concluido esta tercera edición madrileña de Download Festival, penalizado por las altísimas temperaturas y que ha reunido a bandas como Scorpions, Papa Roach, Stone Temple Pilots y Slipknot, cartel insuficiente para muchos asistentes que miraban de reojo con envidia el empaque de su matriz, celebrada hace solo dos semanas en Reino Unido, con Def Leppard y Smashing Pumpkins como alicientes extras.

Estrella Digital

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