«No me da ningún mal rollo este personaje tan cercano a mí», ha asegurado este martes la actriz en Barcelona, donde mañana estrena el montaje con el que ya lleva dos años de gira por España.
Simpática y sonriente, Velasco ha hecho gala de mucho humor negro y se ha reído de todo y de todos durante una rueda de prensa en la que ha reconocido que el personaje que interpreta es ella misma «en grado superlativo».
Su hijo Manuel M. Velasco es el autor de esta «obra sobrenatural», en la que da rienda suelta a su faceta cómica y se siente muy a gusto.
«Yo tengo mucho sentido del humor, pero los premios siempre me los dan por los papeles dramáticos -ha dicho-. La verdad, no lo entiendo, porque este personaje es dificilísimo, de hecho es el más difícil de mi vida y, sin embargo, no me han nominado para ningún premio».
La obra empieza con un ataúd en medio del escenario, con la foto de Concha Velasco detrás y un libro de condolencias donde el público puede escribir.
«Realmente la gente se cree que estoy muerta y me escribe cosas preciosas. Guardo todos los libros desde que estrenamos en Valladolid», ha asegurado.
Irene Gamell e Irene Soler interpretan a sus nietas y «lo hacen tan bien que todo el mundo cree que estoy muerta, y se llevan un buen susto cuando aparezco por el patio de butacas», ha revelado.
Lamentablemente, en el Teatro Borràs de Barcelona no podrá aparecer de esta manera porque «para hacerlo tendría que salir a la calle y me mancharía el vestido blanco tan bonito que llevo», así que la compañía ha buscado otra forma de sorprender al púbico, que no ha querido desvelar.
Llena de energía, Concha Velasco ha posado para los fotógrafos de pie, sentada, sola, acompañada, con las manos en alto y de todas las maneras que se lo han pedido, y al acabar ha cogido su bastón y ha explicado: «Hoy llevo bastón porque ayer me caí y tengo que ir con cuidado».
Físicamente tiene que tomar precauciones, pero su cabeza está «mejor que nunca», tal como ella misma ha dicho y los presentes han podido comprobar cuando ha repasado las muchísimas obras que ha representado en Barcelona y las muchas aventuras que ha corrido en la capital catalana.
La última en el momento álgido del procés, cuando protagonizó «Juana la Loca» y llenó durante dos meses el Teatro Borràs, «mientras en la calle estaban en plena guerra y yo tenía que pedir permiso para que me dejaran pasar para entrar en el teatro».
«He hecho de todo en el teatro: de puta, de monja… -ha recordado-, pero todavía me faltan cosas, como ‘El crepúsculo de los dioses’, que no entiendo por qué no me lo ofrecen, si yo canto divinamente».
De todas maneras, si alguien se lo ofrece tendrá que esperar, porque ya está preparando su próximo trabajo, otro texto escrito por su hijo que se llama «La habitación de María» y que dirige José Carlos Plaza.
«Tengo previsto morirme a los 82 años, así que la próxima obra quizás sea la última, pero quién sabe, ya he dicho otras veces que quizás era la última y no lo ha sido», ha puntualizado.
En todo caso, ha dicho, cuando le llegue la hora le pillará con la conciencia tranquila: «Tenía pendiente pedir perdón a tres hombres a los que hice daño voluntariamente, pero ya lo he hecho y me siento liberada».
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