“Los vecinos me conocen como ‘El loco pintor’ pero no sabían que las obras que estaban apareciendo eran mías”, ha explicado este pintor peruano que lleva varios años asentado en Tetuán, donde tiene su estudio.
Ante el pesimismo que se masca en el ambiente por la crisis sanitaria y los primeros indicios de la económica, Gracey tomó la iniciativa de regalar su trabajo de forma anónima para alegrar a los vecinos a través del arte y para que tuvieran otro tema de conversación que no fuera el del coronavirus.
La idea de regalar sus cuadros la tomó prestada de «un colega mexicano que regala sus collages en Nueva York» y pensó «¿por qué no hacerlo en Madrid?».
Durante cuatro noches, Gracey ha repartido alrededor de quince obras y, a pesar de que se ha desvelado su identidad, seguirá regalando su arte durante los próximos días así que habrá más vecinos de Tetuán que podrán tener sus obras en casa.
En la oscuridad de la noche, el artista arrastra sus obras desde su estudio hasta diferentes puntos, como los alrededores de tiendas de pintura y fotografía “en muestra de agradecimiento” o junto a contenedores de basura.
Gracey ha agradecido a los operarios de limpieza que no tirasen sus obras dentro del camión sino que las dejaran allí al ser «conscientes de que es arte”.
Además del regalo, también busca ver cuál era la reacción de la gente para así saber «cómo se valora el arte aunque esté en la calle, cómo se respeta», porque asegura que la percepción del arte es “mucho más amplio y mayor que sólo el de los coleccionistas y galeristas”.
Sus obras han estado expuestas en Londres, Lima, Madrid y en el propio Tetuán, en el Centro Cultural Eduardo Úrculo y por unos días algunas de ellas seguirán «expuestas» en la calle hasta que encuentren dueño.
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