«Para mí la música es como la medicina», señala en una entrevista esta joven estadounidense que dice tener muy claro el mensaje que quiere trasladar y que la define como artista global: «Canciones empoderadoras que hagan que la gente se sienta feliz y confiada. Para mí es de lo que se trata esto».
Nacida Amanda Ava Koci (Milwaukee, 1994), con 8 años ya participaba en competiciones de talentos infantiles. «Y en el momento en el que empecé a actuar, supe que eso es lo que quería hacer», asegura.
De sus raíces albanesas le quedan por un lado «influencias que por aquí o por allí» pueden apreciarse en su música, la cual conjuga sobre todo estilos e influencias típicamente americanos, cosas que le ponían en casa, «como los álbumes de Mariah Carey, el ‘country’ de Shania Twain, la música disco y el pop de los años 80».
Pero de las dificultades de sus padres antes y después de llegar a EE.UU. (pasaron un año viviendo en una iglesia francesa a la espera de recibir sus pasaportes para poder viajar), también le quedó una visión de la vida basada en el esfuerzo y la constancia.
«Vi a mis padres luchar muchísimo. Cuando llegaron a América tenían tres trabajos cada uno, no conocían el idioma y no tenían ni un dólar en el bolsillo. Así que cuando siento que estoy pasando un momento duro, no tengo más que pensar en ellos para decirme a mí misma: ‘Puedes con esto'», relata tras años de perseverancia hasta la salida de su primer disco.
Costó aproximadamente un año y medio sacar adelante «Heaven & Hell» (Warner Music) y no fue un proceso necesariamente lineal o fluido, pues en parte se tejió en plena gira, entre estancias de hotel y llegó a juntarse con más de un centenar de temas aspirantes al repertorio final, en el que aparecen solo 15 de ellas.
Algunas se fueron decantando solas por el camino, convirtiéndose en «hits» globales que la han permitido publicar su álbum en estas circunstancias, como el sencillo «Sweet But Psycho», aunque ella afirme que no sabía a ciencia cierta que tenía tal éxito entre manos.
«Lo único que tenía claro entonces es que quería lanzar un tema pop. Hace dos años no había apenas canciones de ese estilo en las listas y creo que parte de lo ocurrido está en haber hecho algo diferente», reflexiona sobre aquel tema lanzado en 2018, al que siguieron otros como «Torn».
Y cuando todo estaba prácticamente listo para el lanzamiento del disco a principios de 2020, llegó la consabida pandemia. «No era el momento adecuado. Ahora sí. Para mí la música es medicina y lo cierto es que no puedo retenerlo más», señala.
Producido como suele ser habitual en este tipo de trabajos de «dance pop» por una larga lista de expertos armadores de éxitos como Cirkut («Dark Horse» de Katy Perry o «Wrecking Ball» de Miley Cyrus están entre sus trabajos previos), en el álbum destacan temas contagiosos a los que no les falta contenido, como «Kings & Queens», sobre la desigualdad entre hombres y mujeres.
«Hay que seguir trabajando en ese campo y por eso existe esa canción. No creo que debamos esforzarnos más que los hombres por ser mujeres. Es algo que apesta», afirma la misma mujer que decidió adoptar el apellido artístico de Max por su ambigüedad de género.
Sus experiencias personales están en sus canciones, señala la autora de otros temas como ese ajuste de cuentas personal con el pasado a ritmo de reggae de «Who’s Laughing Now».
«Me encanta la dualidad como temática, como se puede apreciar en otros cortes como ‘Sweet But Psycho’ o ‘Heaven And Hell’. Creo que todos tenemos muchas caras y que hay que exponerlas», señala con esa melena rubia de corte asimétrico que ha adoptado como rasgo físico distintivo.
Nada que ver con Lady Gaga como referente estético o sonoro, por cierto, y mejor no citarlo a pesar de que son muchas las voces que aprecian similitudes. En otra entrevista celebrada en noviembre, Max ya dejó claro que su compatriota le parece una artista admirable, pero que no es uno de sus iconos directos.
Con su primer disco entre las manos, es tiempo para empezar a mostrar y perfilar completamente su personalidad artística. Para empezar, tiene claro qué son para ella el cielo y el infierno a los que alude en el título del álbum.
«El infierno sería 2020, esta incertidumbre respecto al futuro y quedarte atascado», dice. ¿Y el cielo? «Son las fantasías que construimos en nuestras mentes. Mi sueño ahora mismo es salir de gira», concluye.
Javier Herrero