jueves, noviembre 21, 2024
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El Festival de San Sebastián recibe un soplo de aire fresco desde Argentina

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«Podría haber sido una catástrofe: una directora novel, más niños, más animales…», dice con una sonrisa Berruezo tras la primera y aplaudida proyección de su película, con la que compite en la sección Horizontes Latinos del certamen donostiarra.

Es la realizadora más joven de la sección, algo a lo que no le da importancia. Y se muestra feliz por haber podido viajar a San Sebastián pese a la pandemia, por salir de un confinamiento que en Argentina ya dura seis meses y por recibir los comentarios de los espectadores que se le acercan a hablarle de su película.

Una historia sobre el universo femenino, llena de actrices y en la que los hombres tienen un papel pequeño, tanto en la actuación como en el equipo técnico -aunque destaca la labor de Lucas Larriera en el diseño del sonido-.

«Los primeros sujetos que empecé a retratar cuando estudiaba cine fueron mis hermanas. Practicaba con ellas. Eran mis musas», explica la directora, que de alguna manera ha replicado ese esquema en una película que comienza con el ahogamiento de una niña en su piscina.

Una historia contada desde el punto de vista de su hermana, Cleo, que con tan solo 10 años, no sabe cómo reaccionar a la soledad en la que se queda en su casa, a la llegada de su tía y sus primas y a la falta de atención de su madre, sumida en su propio dolor.

La muerte de la hermana es el elemento dramático que Berruezo ha utilizado para entrar de lleno en el personaje de Cleo, la protagonista de una historia que la realizadora escribió a los 20 años.

Tardó un tiempo en encontrar financiación, lo que logró al ganar un concurso de óperas primas del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales de Argentina (INCAA), por lo que acabó dirigiendo el filme con 23 años.

«Fue una oportunidad de lujo», reconoce la directora, que ha rodado una historia sobre ese periodo híbrido entre la infancia y la adolescencia, una época que puede ser tan maravillosa como traumática.

Y una historia no exenta de crítica social a través del personaje de la empleada doméstica, con una vida muy diferente al de la familia protagonista. Un estereotipo, el de la criada, muy habitual en la sociedad latinoamericana, y que se replica por ejemplo en la actriz que la interpreta, paraguaya, y encasillada en ese tipo de roles.

Berruezo se muestra especialmente encantada con formar parte de Horizontes Latinos en una edición en la que hay una mayoría aplastante de directoras.

De las 9 películas que componen la sección, 6 están dirigidas por mujeres, dos por hombres y una está compuesta por cuatro episodios con una división al cincuenta por ciento.

Un ejemplo de la revolución que está viviendo el cine latinoamericano, frenada ahora por una pandemia que para Berruezo ha sido una oportunidad, la de escribir su siguiente película.

Estará protagonizada por una de las niñas de «Mamá, mamá, mamá», la más pequeña, que interpretará a una anciana que se transforma en una niña.

Un proyecto que está entre los 9 preseleccionados por el Biennale College de Venecia, que en octubre anunciará los tres a los que ayudará con la financiación.

Al igual que en su ópera prima, la melancolía y la tristeza serán protagonistas de la historia, porque Berruezo cree que son sentimientos tan dignos como la felicidad y además ofrecen un pasaje a la transformación. «Es un estado en el que encuentro inspiración», asegura.

Y sobre sus influencias, más allá de Lucrecia Martel, a la que todas las cineastas argentinas menciona, se refiere a la francesa Lucile Hadzihalilovic, que en 2004 ganó el apartado de Nuevos Directores en San Sebastián con «Innocence».

Una historia sobrenatural entretejida con la realidad. «Ese es el cine que me interesa», asegura convencida.

Alicia García de Francisco

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