martes, diciembre 3, 2024
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«Voyage» de Abba, ¿la luz que el mundo necesitaba?

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Titulado «Voyage», el noveno disco de estudio de la banda sueca por antonomasia y el sucesor de «The Visitors» (1981), incluye diez canciones inéditas que han dividido a la crítica entre quienes advierten un regreso «lleno de vitalidad» (Rolling Stone), quienes ven en él «un viaje nostálgico en el que merece la pena embarcarse» (NME) y quienes lo consideran «atrapado en el pasado» (The Guardian).

«Lo hemos hecho lo mejor que hemos podido a nuestra edad», dijeron en una rueda de prensa en la que también coincidieron en que, al volver a juntarse, «parecía que no había pasado el tiempo», aunque en realidad el tiempo hizo mucho bien por ellos.

El doble proceso de separación al que se habían sometido sus miembros hizo mella y la tensión se palpaba en su última aparición pública en el programa de Noel Edmonds en 1982. Promocionaban entonces un grandes éxitos, incapaces de llevar a término los temas nuevos que habían comenzado, y habían dejado de ser ese grupo molón de los 70. Muy poco después, llegó la separación.

En el interludio transcurrido desde entonces, hubo proyectos en solitario, un musical de éxito que se convirtió en película (por partida doble) y la sección masculina llegó a componer un himno para Eurovisión, festival que los había lanzado a la fama mundial en 1974 con «Waterloo».

El origen de este inesperado álbum, según unas declaraciones de Ulvaeus de octubre de 2016, está en la gira virtual que próximamente convertirá al cuarteto en unos hologramas rejuvenecidos y para la que se habían grabado inicialmente solo dos temas nuevos.

Pandemia mediante, a principios del pasado mes de septiembre por fin empezó a circular por internet y en carteles pegados por medio mundo la imagen de un sol y cuatro planetas en penumbra, un misterio que se resolvió a los pocos días, con el anuncio de que al final había un nuevo LP y el estreno de las dos primeras canciones.

Con un sonido «inconfundiblemente Abba», llegó por un lado «I Still Have Faith In You», que los devolvía a la balada sosegada e intimista en la senda de «The Winner Takes It All»; por otro, «Don’t Shut Me Down», en las vibraciones vívidas de la música disco, como «Dancing Queen», pero sin su gancho.

Bien es cierto que en solo 3 días se superaron las 80.000 copias de reserva del disco (un récord parejo al del espectáculo, del que ya se han vendido 250.000 entradas), pero superado el entusiasmo inicial, su recepción comercial fue bastante regular para un grupo con 400 millones de discos vendidos.

En su propio país, los sencillos hubieron de conformarse con el segundo puesto, mientras que en el resto solo consiguieron un «top 5», concretamente en Alemania con una tercera plaza, mientras que en Reino Unido no pasaron de la decimocuarta posición.

Tras escuchar por fin «Voyage» al completo, todas las opiniones -incluso ellos mismos lo han señalado- coinciden en que se ha hecho de espaldas a la evolución del pop desde la separación del grupo en 1982, siguiendo solo los patrones y la esencia del cuarteto conformado por Anni-Frid Lyngstad (75), Agnetha Fältskog (71), Björn Ulvaeus (76) y Benny Andersson (74).

En ese sentido, habrá quien disfrute la jovialidad «naif» y un tanto «hippie» de cortes como «Bumblebee» o «No Doubt About It» y quienes, sin embargo, echen de menos una remezcla más moderna para «Keep And Eye On Dan», que en manos de una diva actual sería una fantasía como hizo Madonna con «Gimme! Gimme! Gimme!» en «Hung Up».

En una alternancia casi perfecta de temas lentos y vívidos, ofrecen una aproximación bailable al folclor gaélico («When You Danced With Me»), se atreven con el vals («Ode To Freedom») y hasta con el villancico («Little Things»).

En ese conglomerado cohesionado por sus formas y armonías, consiguen su mejor balada a mitad de repertorio en «I Can Be That Woman», una reflexión sobre la convivencia en pareja en la que sí se percibe la profundidad y el peso de los años.

«Voyage», que será presuntamente el auténtico último disco de ABBA, suma más a la base que a la cúspide de su legado. Eso sí, con su capacidad intacta para convertir la luz en sonidos, no podría haber mejor momento para su vuelta que estos estertores de una pandemia que sumió al mundo en un confinamiento asfixiante y oscuro.

Javier Herrero

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