En un encuentro reducido con varios medios de comunicación, Stone ha señalado que ha vuelto al caso Kennedy después de constatar que «en el mundo había mucho interés por Kennedy» al ver el éxito que tuvo su anterior película sobre JFK, estrenada en 1991.
«Pensaba que iba a ser un fracaso, y me sorprendió el éxito, y no solo en Estados Unidos, sino en todo el mundo», algo que contrastó además con «la tremenda oposición y críticas» que se encontró en su país, donde fue tachado de «conspirador».
Su documental pone en duda la versión oficial de que Lee Harvey Oswald fue el «lobo solitario» que mató a Kennedy: «Oswald era un tipo tenía muchas conexiones con el servicio secreto, con la CIA, que estuvo en Rusia, en Nueva Orleans, en Dallas, que amaba a Kennedy, porque creía que era un hombre que podría cambiar el mundo».
Rechaza asimismo la versión que ofreció el exdirector del FBI John Edgar Hoover, de que se dispararon tres balas desde atrás y que solo hubo un asesino y cree que «tal como se investigó, ningún juez habría aceptado el caso, porque no hubo evidencias ni cadena de custodia de las pruebas».
Stone, que ha tenido acceso a nuevas pruebas desclasificadas, ha conseguido tres testigos que niegan la versión de que Oswald disparó desde el sexto piso del edificio de depósito de libros escolares de Texas, sino que él se encontraba en el segundo piso, donde trabajaba.
Califica de «vergüenza» las investigaciones y la manipulación de pruebas en las balas, en el rifle supuestamente utilizado por Oswald, en las huellas. «Todo lo que se hizo fue criminal, y además en la autopsia se sustituyó el cerebro de Kennedy».
Entre las irregularidades legales menciona Stone que «Oswald fue interrogado sin asistencia legal, a pesar de que un abogado, Mark Lane, se ofreció a defenderlo.
Tal como dice el documental, Stone defiende la teoría de que «hubo más de cuatro disparos», niega cualquier credibilidad a la posibilidad de que la llamada «bala mágica» hiriera al presidente y luego al gobernador en diferentes partes de su cuerpo.
«JFK: Caso revisado», que está previsto que se estrene en España a finales de mayo, desvela asimismo que la CIA preparó tres equipos de agentes a los que se iba a atribuir el magnicidio, uno en Chicago, otro en Tampa (Florida) y el tercero en Dallas, del que formaría parte Oswald, pero en los otros casos fueron abortados.
Por todo esto, cree el cineasta norteamericano que «el caso no está cerrado, está muy abierto».
Recuerda que «había odio hacia Kennedy por lo que había hecho contra la política de segregación, como Roosevelt, se le veía como alguien peligroso, por ser católico de origen irlandés, por sus buenas relaciones con (el líder egipcio) Nasser, su preocupación por el líder congoleño Lumumba (secuestrado y asesinado), el apoyo a la independencia argelina, quería abandonar Vietnam, quería imprimir un cambio en las relaciones con la URSS, con Fidel Castro y además ni él estaba seguro de poder controlar a su propio gobierno».
Considera Stone que «el asesinato de Kennedy es un cáncer que corroe todo el cuerpo» y «al recordar las grandes tragedias norteamericanas contemporáneas tras aquel magnicidio considera que «el resultado de las elecciones de 2000 debió detenerse» después de que George W. Bush fuera proclamado ganador frente a Al Gore por unos pocos votos en un recuento dudoso.
Stone, que pudo entrevistar durante varias horas al líder ruso Vladímir Putin hace tres años, asegura: «La prensa lo pinta como un irresponsable, un loco, comparable a Hitler o Stalin, pero el hombre que yo conocí era una persona muy racional, tranquila que se pensaba todos los movimientos, reflexivo como un jugador de ajedrez y siempre, en mi opinión, tratando de defender los intereses del pueblo ruso».
Intenta justificar la invasión rusa por el devenir de la historia tras la disolución de la Unión Soviética que «dejó a 30 millones de rusos fuera de Rusia, muchos de ellos en la zona del Dombás y Crimea, en Ucrania», y califica al presidente norteamericano Joe Biden de ser «una persona demasiado mayor» para esta situación de crisis, a pesar de que no tuvo más remedio que votarlo para evitar que continuara Donald Trump.
El director de «Platoon», «Nixon» o «Comandante» piensa que «Putin siempre se ha considerado un hijo de Rusia, lo que implica patriotismo pero no nacionalismo», y atribuye la victoria de Zelensky en las elecciones de 2019 en Ucrania de «golpe de estado urdido por Estados Unidos para instaurar un gobierno antirruso y prooccidental, cuando Ucrania siempre había sido neutral en la era moderna».
Para el cineasta, es importante recordar que «la CIA ya tenía planes en 1947 y 1949 para controlar Ucrania». EFE