jueves, noviembre 21, 2024
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Piden 5 años y medio de cárcel por inducir al suicidio para cobrar el seguro

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El juicio contra Enrique T., de 51 años, ha comenzado este lunes en la sección tercera de la Audiencia de Barcelona, donde se le imputa un delito de inducción al suicidio en concurso con otro de estafa en grado de tentativa por haber contribuido en la muerte de M.B., que se quitó la vida con fármacos y alcohol.

Los hechos se remontan a 2010, cuando el acusado, «una persona muy segura de sí misma, independiente y egocéntrica, con tendencia al perfeccionismo, el control y la obstinación», conoció a la víctima, «insegura en el plano afectivo, inestable emocionalmente, dependiente y con falta de asertividad».

Ambos fortalecieron una relación de amistad hasta el punto que, en abril de 2013, Enrique convenció a M.B. para que suscribiera una póliza de vida a su favor valorada en 499.000 euros que incluía una cláusula específica en caso de muerte por suicidio.

Al elaborar el contrato, Enrique habría alegado ante la aseguradora AXA que iba a constituir una empresa de senderismo -que nunca llegó a crear- con M.B. y otros socios y quería estar seguro de que, si a alguno le ocurría algo, podría recuperar la inversión.

De acuerdo con el Ministerio Público, el acusado «urdió un plan encaminado a decantar el estado de preocupación» de M.B. hacia un «estado depresivo», interrogándolo constantemente «a sabiendas de la decisiva influencia que tenía sobre su voluntad».

Además de asediarlo psicológicamente con manifestaciones como «estás depre», «cuando tú pasas de todo es que estás depre», «¿ya vuelves con la depre?» o «no te deprimas, siempre estás igual», también comenzó a controlar «todas sus actividades diarias».

A partir del mes de mayo, M.B. confesó en reiteradas ocasiones a Enrique T. su intención de suicidarse, pero éste no alertó ni a especialistas ni a la familia para que pudieran intervenir.

«En ningún momento intentó disuadir a M.B. de que abandonara dichas ideas, sino más bien al contrario, reforzó la resolución de aquel suicidio», apunta la fiscal, en cuyo informe detalla que el propio Enrique se ofreció a darle «un montón de cajas» de somníferos.

En la primera sesión del juicio han declarado como testigos los familiares de la víctima, quienes han asegurado que el joven, que fue encontrado sin vida en una vivienda de Barcelona tres días después de desaparecer, estaba «contento» e «ilusionado».

«En absoluto estaba depresivo, para nada», ha asegurado uno de los hermanos sobre el estado anímico de M.B., a quien el resto de parientes han descrito como una persona «alegre» y «sociable» pero «influenciable».

Tal como han relatado, en la época en la que se suicidó, el joven vivía en casa de sus padres, trabajaba en una escuela con personas con discapacidad, estudiaba en la universidad y estaba «feliz» porque había conseguido aprobar una asignatura que le preocupaba.

Por eso, han aseverado, no les «encaja» que M.B. se suicidara de golpe sin mencionarles que tenía problemas: «En estados extremos, pedía ayuda. El teléfono rojo siempre ha estado allí y nunca lo usó».

La familia también ha alertado que la puerta del domicilio donde falleció no estaba cerrada «con dos vueltas de llave» como de costumbre y que M.B. no era aficionado al senderismo, por lo que dudan de que realmente fuera a abrir una empresa sobre esta actividad.

De considerar el tribunal que Enrique T. es culpable de los delitos que se le imputan, también podría tener que pagar 250.000 euros de indemnización a los padres de la víctima, así como una multa de 1.800 euros que solicita la fiscal.

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