Este martes, la Audiencia Nacional ha escuchado el alegato final de la Fiscalía en el juicio por la matanza de los sacerdotes que ha pedido una sentencia condenatoria contra Montano por «quedar claramente acreditada» su participación directa en la masacre.
«No podemos llegar a otra conclusión que es la que Montano junto a Ponce, Zepeda, Bustillo y Elena tomaron la decisión y ordenaron la ejecución de los padres jesuitas sin dejar testigos, que en este caso fueron la empleada del hogar y su hija», ha señalado la fiscal, que les ha atribuido la «autoría total y absoluta» de la operación.
Se trataron, ha continuado, de «asesinatos terroristas llevados a cabo por una estructura paralela en El Salvador y al margen de la legalidad» constituida por miembros de La Tandona, «la tanda de militares más corrupta de El Salvador en los últimos años».
La Fiscalía ha presentado a Montano como «uno de los líderes» de este grupo de mandos militares que dirigió de facto el país durante la guerra civil y no un simple viceministro con tareas administrativas, como así acreditan «los mil casos de violaciones de derechos humanos cometidos por tropas o policía» bajo su mando.
«PARA LA TANDONA, LOS JESUITAS SIEMPRE FUERON UN BLANCO DE ODIO»
Montano dio muestra de ello en su declaración: acusó a Ellacuría de estar detrás del golpe de 1979, dijo que asesoraba a la cúpula del FMLN, aludió a jesuitas metidos a guerrilleros e incluso habló de fotos y vídeos de curas enseñando a niños cómo usar un AK47.
«30 años después se sigue demostrando la animadversión que sentía hacia los padres considerándoles guerrilleros y terroristas», ha destacado la fiscal, que ha explicado que el momento clave para actuar contra ellos fue cuando se estaba cerca de alcanzar un consenso entre el Gobierno y el Frente para poner fin a la guerra.
La fiscal ha señalado que «Ellacuría representaba el puente entre estas partes» y esa posible negociación «no gustó nada a La Tandona que vieron peligrar su poder establecido durante mucho tiempo», por lo que «unilateralmente decidieron dinamitar este puente con la poca inteligente creencia de que eliminando a Ellacuría continuarían en el poder y ejercitando su violaciones contra los DDHH con impunidad».
En este contexto, se aprovechó la ofensiva del FMLN en la capital para ejecutar a los padres bajo el paraguas de una campaña mediática en la radio y prensa afín a los militares en la que se tachaba a Ellacuría de ser el cerebro de la guerrilla y se leían y escuchaban cosas como «sea usted un patriota y mate un cura» o «Ellacuría es un guerrillero, que le corten la cabeza». Montano estaba al mando.
EL TESTIMONIO CLAVE DEL EXTENIENTE MENDOZA
La Fiscalía ha vertebrado su acusación en dos pruebas fundamentales: las revelaciones del exteniente René Yusshy Mendoza, testigo directo de los hechos al comandar el batallón que ejecutó a los padres, y los escritos del excoronel Guillermo Benavides, condenado en El Salvador a 30 años de prisión y a quien el alto mando ordenó las ejecuciones.
El paso de Mendoza de acusado a testigo en esta causa -tras declarar los hechos prescritos contra él- se antoja decisivo para condenar al excoronel, pues en su testimonio llegó a decir que cuando Benavides le encomendó la operación, este nombró a Montano como uno de los líderes que ordenó los asesinatos.
Mendoza dio los detalles: Se mandó «al mejor batallón del ejercito salvadoreño con armas de guerra» a ejecutarles mientras «los sacerdotes estaban durmiendo» de manera que «no tuvieran posibilidad alguna de defenderse». Y ello se produjo con 350 soldados «protegiendo» la universidad, la mayoría de Montano.
La fiscal lo ha explicado de forma muy gráfica: «El Ejército, tenía a los ratones bien encerraditos en una ratonera sin posibilidad alguna de fuga».
«UNA POLÍTICA DE ENCUBRIMIENTO MUY BURDA»
Primero a instancias del alto mando que primero atribuyó las muertes al FMLN y luego puso a Benavides como cabeza de turco para que las responsabilidades no pasaran por encima de él.
Sin embargo, esta teoría la descarta la Fiscalía que ve «totalmente contrario a la razón y al sentido común que la orden de asesinar a la figura tan reconocida internacionalmente como el padre Ellacuría pudiera partir de un coronel que estaba al cargo de una escuela militar en formación, sin mando en tropa y que no era el más distinguido de la Tandona. El asesinato iba más allá».
El juicio concluye mañana con los informes de las acusaciones y la defensa de Montano que este martes ha pedido aplicar, en caso de condena, las eximentes de estado de necesidad, fuerza irresistible y miedo insuperable para exonerarle de toda responsabilidad penal. Tras la última palabra de Montano, el juicio quedará visto para sentencia.
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