Tras el veredicto de culpabilidad emitido por un jurado popular el 10 de noviembre, el presidente del tribunal estima la petición de la Fiscalía e impone 25 años a G.S. por un delito de asesinato y ocho por otro de detención ilegal como medio para cometer un robo con violencia, así como la prohibición de comunicarse o acercarse a menos de mil metros de la viuda y las dos hijas del fallecido durante 47 años.
La Audiencia también condena a I.I. a doce años de prisión por un delito de lesiones graves y ocho años por la detención ilegal y el robo y le prohíbe comunicarse o aproximarse a menos de un kilómetro de la familia del joyero durante 34 años.
Los dos, además, deberán indemnizar a los familiares con 390.000 euros por los daños morales y las secuelas, con 295.372 por los objetos robados no recuperados y con 5.850 por el dinero en metálico sustraído.
Según la sentencia, fechada el 23 de noviembre y facilitada por la oficina de comunicación del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA), el jurado consideró probado que los dos acusados y otro individuo que permanece en busca y captura idearon un plan para robar la joyería.
En la mañana del 3 de agosto de 2018, el principal acusado acudió a la joyería junto al individuo no juzgado «con el pretexto de realizar la reparación de un reloj y así ganarse la confianza» del fallecido, al que pidieron un muestrario de joyas sacadas de la trastienda, con lo que pudieron conocer el lugar donde se guardaban y las medidas de seguridad del establecimiento.
Los tres investigados acudieron a la joyería sobre las seis de la tarde del 6 de agosto, aunque I.I. se quedó fuera.
Este procesado sabía que el robo se iba a cometer empleando «grave violencia», ya que conocía que sus compinches llevaban bridas y cinta americana para reducir a la víctima y que «estaban dispuestos a golpearlo salvajemente para conseguir su objetivo».
Ya dentro de la joyería, G.S. fue tras el dueño y, sin darle tiempo a salir ni posibilidad alguna de defensa, se abalanzó sobre él y los ladrones lo agredieron «de forma brutalmente expeditiva durante minutos» con «múltiples golpes y patadas».
Esa «brutal paliza» aumentó «deliberada e innecesariamente» el sufrimiento de la víctima, a la que después ataron con bridas y amordazaron con cinta americana desde el cuello hasta la boca, según la sentencia.
La víctima trató de levantarse, pero G.S. le propinó un fuerte rodillazo en la cabeza que provocó que cayera inconsciente boca abajo y así lo abandonaron. EFE
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M.M.