El dueño de un restaurante ha sido condenado a penas que suman doce años y nueve meses de cárcel por introducir ilegalmente en España a tres trabajadores mexicanos para explotarlos laboralmente en su local de Irún (Gipuzkoa), donde además abusó sexualmente de otras dos empleadas.
Durante el juicio por estos hechos, celebrado en un juzgado de San Sebastián, el inculpado llegó a un acuerdo con la Fiscalía y la acusación particular por el que se conformó con la pena propuesta como responsable de tres delitos de ayuda a la entrada y tránsito de ciudadanos extranjeros en España, de un delito de tráfico ilegal de mano de obra y de otros tres de explotación laboral.
Asimismo, el cocinero reconoció otros dos delitos de abusos y uno más de acoso sexual, si bien en todos los casos le fueron suspendidas las condenas de cárcel, ninguna de las cuales es individualmente superior a los dos años de prisión.
El procesado deberá indemnizar en conjunto a sus cinco víctimas con 5.620 euros, además de abonar distintas multas y comprometerse a no volver a delinquir en los dos próximos años, así como a realizar distintos trabajos en beneficio de la comunidad.
Según la sentencia del caso, a la que ha tenido acceso EFE, los hechos se remontan al verano de 2016, cuando el acusado ofreció un curso teórico-práctico sobre «Cocina vasca de diseño» en un restaurante de San Sebastián al que uno de los ciudadanos mexicanos afectados asistió como alumno.
Meses más tarde, el procesado contactó con este hombre, que ya se encontraba en México, para ofrecerle trabajo como chef en su local de Irun, con unas condiciones verbales «aceptables» aunque «sin formalizar contrato de trabajo» alguno, al igual que hizo también con la pareja sentimental de este, a quien propuso un empleo de camarero en su restaurante.
Con este fin, el inculpado facilitó a ambos «un visado de estudiantes» con la «apariencia ficticia» de que iban a recibir «un máster en restauración» para que entraran en España como alumnos, «contraviniendo la legislación respecto a la estancia y trabajo de extranjeros».
Una vez en nuestro país, desde marzo de 2017 los dos ciudadanos mexicanos se hospedaron en una vivienda que el acusado les ofreció en Irun y comenzaron a trabajar en su establecimiento, al igual que un tercer compatriota que había sido captado por el encausado en México de un modo similar, con la excusa de un curso «ficticio» impartido por él en su local, donde finalmente acabó ejerciendo labores de cocinero.
La sentencia aclara que las víctimas trabajaban «sin formalizar contrato» laboral, sin ser dados de alta en la Seguridad Social y en «gravosas condiciones», con «extensos horarios de martes a domingo, de 10.00 a 17.00 horas y de 20.00 a 00.30 horas» y con una «baja retribución económica».
La resolución aclara que a los perjudicados tampoco se les proporcionaba sustento «suficiente», ya que solo se les ofrecía la «comida sobrante del restaurante», «prevaliéndose el acusado de la situación de necesidad en la que se encontraban por la dependencia económica y personal» que sufrían, entre otras causas, por «temor a perder el trabajo por su condición de extranjeros no comunitarios».
La sentencia recoge asimismo un episodio de abusos sexuales sufridos por una mujer que había sido contratada para limpiar el restaurante, a la que el acusado «tocó en alguna ocasión los glúteos» con ánimo «de satisfacer sus deseos sexuales», «llegando en alguna ocasión a intentar subirle la falda».
Asimismo, a mediados de abril de 2017, el inculpado también «palpó» los glúteos de una segunda trabajadora, encargada de la limpieza de la vajilla, a la que, una semana más tarde, le tocó un pechó en dos ocasiones.
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