Así lo han determinado en la tercera jornada del juicio que se sigue ante la Audiencia de Santa Cruz de Tenerife contra el presunto autor del doble crimen de Adeje tres agentes del grupo de criminalística de la Guardia Civil, que han intervenido como peritos y que realizaron sendas inspecciones oculares en la vivienda del acusado y en la cueva.
Como esa gran piedra, de 24 x 26 x 14 centímetros, que fue localizada junto al cadáver de Jacob con restos de sangre, pelos de diferentes tamaños y masa encefálica, «no había ninguna otra tan grande ni tan consistente» dentro de la cueva, ha indicado uno de los peritos. El resto son porosas y de menor tamaño.
Los dos cadáveres presentaban lesiones de extrema gravedad, especialmente en la cara, pues de hecho resultaban irreconocibles, por lo que hubo que identificarlos a través del ADN.
Sobre la cabeza de Silvia había colocada una piedra de gran tamaño. Los peritos deducen que fue puesta a posteriori, una vez había fallecido.
Estos agentes concluyeron que la agresión se produjo en las inmediaciones de uno de los tres accesos a la cueva, donde hallaron restos de sangre, parte de los cuales se intentaron ocultar bajo una piedra, y ramas partidas; todos ellos indicios de «un episodio de lucha».
Uno de los peritos ha indicado que en un episodio violento se suelen encontrar diferentes restos de sangre: salpicaduras, goteo, por transferencia, charcos… y ha añadido que este es «el clásico caso de manual. Los había de todo tipo», tanto fuera como dentro de la cueva y en el acceso a la misma.
Los agentes han indicado que la cueva tiene tres accesos pero solo encontraron restos biológicos en uno de ellos, el más cercano al sendero por el que fueron de excursión los Handrick el 23 de abril de 2019, por el que resulta difícil transitar por su alta pendiente.
Estos y otros peritos han coincidido en que la cueva no se ve desde el sendero, y que solo se puede llegar a la misma sin conocerla previamente «por casualidad», cuando no es directamente «imposible», según el criterio de uno de los agentes de la Guardia Civil que ha declarado este jueves.
En la primera jornada del juicio, el acusado y su abogado indicaron al Jurado que no conocían la cueva de antemano y que la hallaron porque vieron un estanque de agua, al que se acercaron, y el mayor de los niños, Jacob, dio con la entrada.
Se supone que el padre buscaba un sitio para esconder unos huevos de Pascua y unos aviones de Lego que nunca aparecieron: ni en la cueva, ni en la casa ni en los contenedores de basura que fueron revisados.
En cuanto al sendero por el que subieron hasta llegar a la cueva, varios agentes han señalado que tiene una dificultad entre media alta, aunque alguno lo ha calificado como «peligroso en algunos tramos».
En todo caso, no es apropiado para dos niños de 7 y 10 años, según el modo de ver de varios testigos, como tampoco es asequible para una persona con dolores severos que tiene que tomar morfina para calmarlos, como los que dice padecer el acusado. EFE
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A.M.