miércoles, octubre 2, 2024
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Hay pruebas que desmienten al detenido y confirman premeditación en el crimen de Zaragoza

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Los hechos sucedieron en torno a las 21.45 horas del lunes, 30 de mayo, en el número 8 de la calle Alegría, en el barrio de San José de Zaragoza.

En el atestado que el Grupo de Homicidios ha trasladado al juzgado de instrucción número dos de Zaragoza y al que ha tenido acceso Efe se explica que un amigo de la víctima -Cristina, de 32 años- la dejó a escasos metros de su casa a las 21.43 horas de la noche después de haber pasado parte de la tarde en casa de unos amigos que habían tenido un bebé.

Mientras, algunos testigos, habitantes del mismo inmueble, refieren que escucharon gritos a las 21.45, con lo que la Policía, dado el escaso intervalo de tiempo, cree que el ataque se produjo cuando la mujer abría la puerta de su domicilio.

De este modo, se infiere que el detenido esperó el momento idóneo y el crimen tuvo una «preparación previa» y «premeditación».

Atendiendo a una llamada de los vecinos, cuando la Policía llegó al lugar de los hechos encontró a un varón deambulando por la calle, que sujetaba unas telas ensangrentadas y un guante de goma contra su costado, y dentro del inmueble a un hombre que grababa con su teléfono a una mujer tendida en el suelo del rellano del primer piso (al que se accede directamente a través de seis escaleras desde el portal) y un cuchillo de cocina junto a ella.

El hombre herido resultó ser Adil Lazizi, en busca y captura por no haber vuelto tras un permiso a la cárcel de Zuera (Zaragoza), donde cumplía una condena de 21 años por haber asesinado en Madrid, en junio de 2001, a una mujer que se negó a mantener relaciones sexuales con él.

El detenido, según el atestado policial, les dijo a los agentes: «Tenéis dos minutos para salvarme, que me han matado».

Después, y según consta en otra grabación que uno de los agentes hizo con el móvil, el hombre le dijo espontáneamente al policía: «Grábame, que te voy a contar lo que ha pasado», y le relató que había apuñalado a su vecina, que tenía «rollos con ella» y que ella pretendía que dejase a su mujer para tener una relación.

Según relató el detenido, ella llamó a su puerta y cuando él abrió la puerta ella le apuñaló, ante lo que él tuvo que defenderse: «Por supuesto la he apuñalado con dos cojones», dijo a los agentes en el lugar de los hechos.

La víctima se defendió, atendiendo a múltiples heridas defensivas que presentaba en las extremidades superiores.

La inspección ocular del rellano y de las dos viviendas, cuyas puertas estaban abiertas cuando llegaron los agentes, evidencian la existencia de rastros de sangre, goteos, salpicaduras y patrones de arrastre en la casa de la víctima, donde encontraron una gorra del detenido y, tirados en el suelo del pasillo, dos paquetes con comida que llevaba la mujer cuando su amigo la dejó casi en su portal.

Por eso, y contradiciendo la versión del detenido, la Policía «no tiene dudas» de que la acción se desarrolló entre el rellano y el interior de la vivienda de la víctima.

Además, la compañera sentimental de Adil L., a la que conoció en un taller de costura en la cárcel en 2014, reconoció ante la Policía sin ningún género de dudas el cuchillo como propiedad del agresor, por lo que en el atestado policial se descarta que pudiera llevarlo la mujer y que fuera ella por tanto quien iniciara la agresión.

También se descarta, por lo declarado por varios amigos íntimos de la víctima, que tuviera ningún tipo de relación sentimental con nadie, lo que contradice asimismo lo declarado por el supuesto asesino en el sentido de que tenía «rollos» con su vecina.

La hipótesis policial es, por tanto, que Adil «idealiza una situación en relación a Cristina que no ha llegado ni tan siquiera a establecerse».

A la vista de este informe, el titular del Juzgado de Instrucción número 5 de Zaragoza ha ordenado el ingreso en prisión del detenido, asistido por los letrados Carmen Sánchez y Luis Ángel Marcén, acusado de presuntos delitos de asesinato y de quebrantamiento de condena, y considera proporcionada la medida ante la gravedad de los hechos y el riesgo de fuga existente. EFE

 

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