Publicado el 27 de noviembre de 2021
El 13 de noviembre de 1992, alrededor de las 20 horas, fueron secuestradas en Picassent (Valencia) tres niñas de la vecina localidad de Alcàsser cuyos cuerpos fueron hallados 75 días después, el 27 de enero de 1993, semienterrados y con evidencias de una tortura extrema.
La alarma inicial, la posterior búsqueda desesperada y el aterrador hallazgo provocó entonces una intensa conmoción y levantó un eco mediático que hoy, 29 años después, sigue vivo para amplificar la parte de la investigación que aún sobrevive en los juzgados, pero también en forma de producciones audiovisuales, documentales o de ficción.
Detrás de esa supervivencia judicial está también la acusación popular que ejerce en el caso Alcàsser la Asociación para la Lucha contra el Crimen y la Prevención (Laxhsmi), fundada por el criminólogo Félix Ríos y que pretende dar un enfoque forense actual a la causa e intentar resolver algunos interrogantes aún pendientes.
QUÉ PASÓ
La verdad judicial, los hechos probados de la sentencia que dictó la Audiencia Provincial de Valencia en septiembre de 1997, dice que “Miguel Ricart, en compañía de otro varón identificado y que no se encuentra a disposición del Tribunal -Antonio Anglés-, y posiblemente de alguna otra persona más” secuestraron a las tres adolescentes, de entre 14 y 15 años, para satisfacer sus deseos sexuales.
Las víctimas fueron sometidas a violaciones y torturas extremas en una casa abandonada en la partida de La Romana (Tous), próxima al pantano del mismo nombre, cuyas ruinas forman ya parte del imaginario colectivo, y al amanecer del día siguiente fueron ejecutadas y enterradas en una fosa que sus asesinos conocían, pues les había servido con anterioridad para ocultar una moto robada.
El Supremo confirmó la sentencia de la Audiencia de Valencia, apuntó que las niñas fueron objeto de “un tormento tan inexplicable como insufrible” y que “la increíble acumulación de males y padecimientos, que hubo de provocar en las tres víctimas un grado de dolor físico y psíquico por encima de toda ponderación, no pudo ser obra sino del inhumano deseo de hacer sufrir, porque no cabe lógicamente otra explicación».
¿A QUIÉN SE CONDENÓ?
Únicamente a Miguel Ricart, que tenía entonces 28 años, había sido legionario y era padre de una niña. Sobre él cayó una pena de 170 años de prisión, aunque únicamente cumplió 21 -salió en 2013- al beneficiarse de la derogación de la doctrina Parot. Ahora tiene 52 años.
Ricart fue considerado culpable de tres delitos de asesinato, cuatro delitos continuados de violación, en concurso ideal con tres delitos de rapto, con las circunstancias agravantes de despoblado y ensañamiento.
Fue condenado a 30 años por cada delito de asesinato y 20 años por cada uno de los cuatro delitos continuados de violación, y fue absuelto de los delitos de encubrimiento, agresión sexual y tenencia ilícita de armas.
QUÉ INTERROGANTES QUEDARON ABIERTOS
El primero y principal es el que admite el propio tribunal que juzgó a Ricart, es decir, la posible implicación de una tercera persona en el secuestro y crimen de las niñas.
Las fuentes del caso consultadas por EFE han señalado que las acusaciones que apuntaron durante el juicio a la posible participación de otra persona lo hicieron pensando en alguien del entorno de Anglés, puesto que sus hermanos conocían la zona de La Romana donde fueron torturadas las menores, e incluso sabían de la existencia del arma con la que se efectuaron los disparos mortales.
Hay otro factor que apunta a la posible participación de otro asesino, al margen de Ricart y Anglés, y es el relato de testigos que aseguraron haber reconocido a Ricart en un bar de Catadau, donde según la sentencia acudió a comprar bocadillos -algunos testigos dijeron que “tres o cuatro”- en compañía de alguien distinto a Anglés.
Otro de los factores determinantes en este asunto es que no existió prueba biológica alguna que situase a Ricart, ni a Anglés, en los escenarios del crimen.
PELOS, SEÑALES Y OTROS INDICIOS
El pasado mes de octubre la titular del Juzgado de Instrucción número 6 de Alzira, que dirige la investigación de la parte del caso que sigue abierta -la dirigida a localizar a Anglés-, ordenó que se volviese a inspeccionar los coches de Ricart y Anglés con las actuales técnicas forenses. El fin, estudiar la posible existencia de restos biológicos de las menores en su interior.
Igualmente, se ha ordenado analizar pelos de cuyo análisis entonces no pudo extraerse ADN alguno, por si fuese posible ahora.
Precisamente, la labor investigadora se centra en hallar evidencias de la presencia de Anglés en los escenarios de este triple crimen, por si fuese hallado con vida, para garantizar que responda ante la Justicia por los hechos de los cuales se le considera responsable.
Además, la Policía Nacional solicitó permiso recientemente al citado juzgado para usar el perfil policial de Anglés en una campaña de búsqueda europea, en la que participará la Interpol y para la cual se solicitará la colaboración ciudadana.
QUÉ ES LO QUE SE SIGUE INVESTIGANDO
Fuentes del caso consultadas por EFE insisten en que, pese al eco de cada movimiento del juzgado, la investigación está agotada y que únicamente queda abierta una pieza para la localización de Anglés.
Las mismas fuentes apuntan que no es posible reinvestigar lo ya investigado, y aunque el testimonio de Ricart pareciese en su día insuficiente a ojos de la opinión pública, existen otros muchos elementos en la causa que corroboran su versión de los hechos.
Para estas partes, que rechazan cualquier teoría conspirativa, existen elementos periféricos que cuadran con los detalles aportados por Ricart, que además fueron verificados con vestigios hallados en la caseta donde se cometieron los crímenes.
SUSPICACIAS POR LA PERSONACIÓN DE NUEVAS ACUSACIONES
Estas mismas fuentes no ocultan cierto recelo frente a la personación en la causa de una nueva acusación popular, que tiene acceso a la instrucción y que está pidiendo -y se le están aceptando- nuevas diligencias de investigación, en buena medida por el riesgo, advierten, de regresar al morbo y la instrumentalización de este crimen en los medios de comunicación.
Consideran asimismo “sospechoso” que se revisite constantemente la investigación y advierten de que es muy complicado que 30 años después se encuentren nuevas evidencias, y no por ello se podrá concluir que Anglés o Ricart no estuvieron en un determinado lugar.
Recuerdan, así, que los pelos hallados en el colchón de la caseta del paraje de La Romana donde se torturó y violó a las menores fueron descartados en su día porque no pertenecían a los procesados y que aquel era un lugar frecuentado por fugitivos o drogadictos.
HASTA CUÁNDO SE MANTENDRÁ VIVO ESTE CASO
La fecha de prescripción de los delitos estaba marcada hasta hace pocas semanas en diciembre de 2029, por cumplirse en esta fecha los 20 años del último movimiento judicial dirigido a la localización de Anglés; fue la investigación de varias llamadas y correos electrónicos recibidos por la hermana del fugitivo, y resultó infructuosa.
¿DÓNDE ESTÁ ANGLÉS?
Un reciente informe pericial presentado por los criminólogos de la Asociación Laxshmi traza con detalle la huida de Anglés entre el 27 de enero de 1993 desde su domicilio, su paso por varias localidades de la provincia de Valencia y Castilla-La Mancha y su llegada a Lisboa, donde embarcó en el mercante City of Plymouth rumbo a Dublín.
Es generalizada la impresión de que las pesquisas de la policía irlandesa respecto a la tripulación de aquel buque no fueron del todo rigurosas, y las fuentes del caso consultadas por EFE concluyen sin dudarlo que el polizón que descubrieron y encerraron en un camarote era Anglés; básicamente, porque su imagen fue reconocida por los marineros.
Consideran, también, que contó con la ayuda de alguien para saltar del barco y llegar a las costas irlandesas, y que debe seguir vivo.
Hay discrepancias, sin embargo, respecto a la validez de las simulaciones del rostro envejecido que pueda tener en la actualidad Anglés -respecto al color de los ojos o los tatuajes-, y algunas partes restan importancia a la nueva búsqueda anunciada por la Policía por considerarla una mera actualización del cuadro de los más buscados.
Jordi Ferrer