Cuando no es por alguna «metedura de pata» es por declaraciones cuando menos sorprendentes. Mariló Montero no deja de sorprender tanto a sus seguidores con detractores y ha vuelto a superarse al confesar lo que hace para evadirse del mundo.
La presentadora de 'La mañana de La 1' asegura que «cada cierto tiempo, me encierro en un convento y leo a Santa Teresa de Jesús». Eso sí, en cuanto a «literatos» clásicos reconoce que la Santa de Ávila no es la única en sus preferencias porque también le gustan San Francisco de Asís y San Pablo.
Así lo subrayó en una entrevista a 'Hoy Corazón' en la que tampoco eludió hablar de las críticas que recibe, adelantando que «el umbral del dolor lo tengo altísimo, sobre todo, el psicológico y el físico», y lamentando que muchas son injustificadas porque «quien crea las cosas que dicen de mí es que no me conoce».
Claro que no todo son críticas y la navarra afirmó que de vez en cuando también recibe algún que otro piropo, y entre éstos el que encabeza la lista de sus preferidos es el que le dice Martín Barreiro, uno de los «hombres del tiempo» de TVE, cuando la compara con Sofía Loren, «¡es lo que más me puede gustar! ¡Menuda señora!». Eso sí, aclara que «me gusta el halago, pero reconozco que me debilita cuando me dicen que gusta lo que escribo o lo que hago. En seguida cambio de tema. No sé por qué, pero lo paso mal y corto».
La periodista recordó a su madre, que falleció cuando ella tenía 26 años, «recuerdo cómo cada vez que daba a luz, me decía que adelgazara en seguida y me pusiera a trabajar pronto. Era moderna y, sobre todo, no quería que su hija fuera una mantenida», y puntualizó que no quiere tener más hijos ni maridos porque lo ve «innecesario».
Mariló sí indicó sin embargo que su hija Rocío se ha puesto el nombre profesional de Rocío Crusset «para evitar la fama de sus padres. Viaja mucho y ha dicho que no a todo aquello que la llaman por ser hija de quien es», y lamentó que a las mujeres no se les trate todavía por igual, «por desgracia, en el terreno laboral, las mujeres seguimos sufriendo muchos abusos a nivel profesional, y por eso hay una corriente que se empieza a rendir y prefiere quedarse en casa con el argumento de que gana poco y no vale la pena».