¿Se imaginan un programa en el que Bárcenas, Correa y demás implicados en casos de corrupción en España confesaran, sin pelos en la lengua, todo lo que han hecho mal, lo que han robado realmente y dónde tienen el dinero? Quizás tuvieran el mismo éxito que 'Siempre en la ruta', el espacio que triunfa en la actualidad en la televisión china.
El programa, una miniserie de ocho capítulos que muestra las confesiones a la cámara de 77 ex altos funcionarios del régimen comunista, parece haber conmovido a los telespectadores chinos en las últimas semanas, como demuestra que en materia de audiencias haya superado a las series norteamericanas más seguidas en ese país, como 'Juego de tronos', 'House of cards' o la siempre presente 'Breaking Bad'.
Coproducido por la Comisión Central de Inspección Disciplinaria del Partido Comunista Chino (PCCh)y el canal estatal de televisión CCTV, el espacio tiene como principal objetivo publicitar el énfasis que el régimen y el presidente Xi- Jinping han puesto en los últimos cuatro años en la lucha contra la corrupción gubernamental en todos los niveles (los «tigres» y las «moscas»), que se ha multiplicado en comparación con años anteriores.
Gracias a esa particular campaña de 'limpieza', que no está exenta de abusos y arbitrariedades, cualquier sospechoso puede ser detenido por la policía por 40 días antes de que se le informen los cargos formales en su contra y, durante ese lapso, ser forzado a una confesión en cámara que luego es transmitida por la TV nacional, siendo Siempre en la ruta una nueva vuelta de tuerca.
Sobornos y religión
El primer capítulo comenzó con el discurso de año nuevo de 2015 de Xi-Jinping en el que llamaba al PCCH a «seguir gobernando con disciplina y enarbolar la espada contra la corrupción». Enseguida pasó a imágenes del juicio al ex zar de la seguridad, Zhou Yongkang, probablemente el «tigre» más importante entre los apresados, y a las confesiones de ex funcionarios provinciales, contando como recibían sobornos de los comercios locales.
Entre éstas, por ejemplo, estaba la de Li Chuncheng, un ex subsecretario del PCCh en la provincia de Sichuan que fue condenado a trece años de cárcel, antes de ponerse a llorar frente a la cámara, donde precisaba que «la vida es como un programa de TV en vivo… no hay manera de ir para atrás».
Además de esas confesiones en primeros planos, la serie muestra cómo esos funcionarios practican secretamente la religión o realizan actos supersticiosos, algo prohibido por el PCch, viéndose cómo uno de ellos es exhibido mientras da sepultura a su tortuga y coloca encima una lápida con escrituras religiosas.
La web del Diario del Pueblo realizó una encuesta online después del último capítulo de esta semana sobre cuál había sido la confesión favorita de los telespectadores y, de momento, la que lidera es la de Li-Chuncheng, en la que, después de quitarse sus anteojos y refregarse los ojos, solloza y comienza diciendo «porque yo… de hecho… desde que era un adolescente… Quería ser guiado por el partido… sumarme al partido… bajo el liderazgo del partido… para ayudar al progreso social, a la felicidad del pueblo», para a continuación indicar que «en un momento, porque yo no sostuve estas bases con solidez, en la complicada vida social y en la práctica de la política, mi mente cambió. En este punto, el propósito de mi vida se volvió diametralmente opuesto al que debía ser».
Ese funcionario termina revelando que «es todo mi culpa… Le pido realmente disculpas al partido, a la gente, y aun más a los cuadros de Chengdu que seguían mi liderazgo. Se suponía que yo tenía que formar sus valores. ¿Qué he hecho?», se pregunta. «Por culpa de mis propios errores terminé así. ¡Qué tristeza!».
M. Arroyo