La semana pasada sus protagonistas terminaron molestas porque Las Campos se emitiera conjuntamente con el Sálvame Deluxe (ellas bajaron y el programa de los viernes de Telecinco creció ligeramente), y esta nueva entrega del reality se pretende vender con un gran enigma por resolver, qué son para María Teresa Campos los 'follamigos'.
La veterana presentadora demuestra que no tiene ningún reparo en hacer o decir lo que sea en ese espacio con tal de que el mismo tenga audiencia y siga permitiéndole tanto a ella como a sus hijas, sobre todo a Terelu, seguir obteniendo dinero fácil con el que pagar las supuestas deudas que tienen.
Y es que, como ha publicado Informalia, ya han pasado dos años desde que la presentadora puso en venta su espectacular mansión, valorada en 4,2 millones de euros, y desde entonces parece que nadie está interesado en la misma, por mucho valor sentimental que pueda tener para la familia de la propietaria. Quizás influya también el precio que pide por esos 6.000 metros cuadrados, de los cuales más de 2.000 están edificados.
Al problema de la vivienda hay que añadir los que, como reveló el reality, tiene María Teresa con sus hijas, a los que no parece gustarle mucho su novio, Edmundo Arrocet, el popular Bigote, e incluso el que no parece que le haya gustado mucho el desnudo de Gemma Serrano, la amiga de él, ni que ésta esté ya negociando una entrevista en televisión en la que se supone que no les dejaría nada bien.
Ahora, en esta próxima entrega de Las Campos, la presentadora de ¡Qué tiempo tan feliz! intentará aclarar lo que entiende ella por 'follamigos', aunque, según la periodista Pilar Eyre ya le ha desvelado un poco el secreto, porque en la revista Lecturas entrecomilla la respuesta de boca de la propia María Teresa: «Es un señor con derecho a roce para pasarlo bien mientras no vas en serio con alguien». Lo que falta por saber es si en el reality dará algunos ejemplos que haya tenido de 'follamigos', lo cual sin duda daría para muchos titulares en la prensa del corazón, e incluso en la que no lo es, y quién sabe si con ello no se garantizaría la continuidad del programa.
M. A.