-Mediaset primero le dio First Dates, ahora The Wall, ¿cómo se siente?
-Muy honrado. Estoy teniendo mucha suerte. En esta profesión, para trabajar, necesitas primero que alguien confíe en ti y después me ofrecen cosas que son buenas. First Dates me pareció en un principio algo muy diferente a la TV que se hacía y ahora The Wall da una vuelta de tuerca a concursos como ¿Quién quiere ser millonario? o Atrapa un millón, que habían sido bestiales.
-¿Conlleva eso más presión?
-No estoy presionado, yo voy a TV con naturalidad, lo acepto como la vida misma. Puede ir bien o mal, pero lo importante es disfrutarlo cuando lo haces y yo me lo estoy pasando bomba. Yo confío mucho en el público y tengo la sensación de que va a gustar.
-Este salto de cadena, de Cuatro a Telecinco, ¿es como un ascenso?
-No me esperaba esta pregunta. Sinceramente nunca he creído estar en Segunda División por estar haciendo First Dates, pero sí es emocionante volver a Telecinco, porque me fui de aquí en 2001 y esto es la vuelta a mi cadena madre, porque antes en Mediaset sólo estaba esta cadena.
-¿Qué tiene este concurso que no tengan otros?
-Mira que yo he hecho concursos en los que se pone en juego mucho dinero, pero no tenían esta vuelta de tuerca emocional. La estructura de separar a dos personas es perversa, hace que se sientan muy frágiles y que los sentimientos se multiplicquen por cien. Te contagian sus emociones y eso es muy difícil de encontrar en un formato en el que la dinámica, pregunta-respuesta, lo domina todo. Aquí detrás hay emoción, lágrimas, alegría, pasión… Yo había llorado de risa, pero no de emoción.
-Una pareja, algo en común, que al final pueden llevarse un millón, como la casa en Torrevieja, o nada. Parece un poco la dinámica del Un, dos, tres…
-La última parte se parece desde luego a aquella puesta en escena. El que está insonorizado no sabe lo que pasa en el plató, lo intuye, y si rompe el contrato puede ser dramático. He visto un conflicto en el que él quiso recurrir al humor y la reacción de ella es para verla. Este formato tiene mucha verdad, y eso da mucho juego.
-¿Cómo se mantiene el ritmo y la tensión de la grabación?
-Llegaba al hotel a cenar a un bar de al lado y a descansar pero una vez que estás en el plató nos íbamos a comer y luego grabábamos el segundo y mantenías mucho la tensión, te entraba una energía especial y podías estar ahí aguantando diez horas seguidas.
-Aunque en The Wall prime el azar, ¿qué nivel de dificultad tienen las preguntas?
-Hay de todo tipo. Hay que pensar que a medida que se avanza aumenta. Las cinco primeras son de dos opciones y tienen que contestar muy rápido, antes de que las bolas caigan, luego en la segunda se van complicando y en la tercera hay más dificultad, pero son muy abiertas, no es cultura de enciclopedia, porque eso le quitaría valor al programa. Son cuestiones desde cultura general a cosas del día a día, para que la gente de casa pueda jugar más, porque cuando haces preguntas más sesudas le quitas valor al programa y terminas haciendo que la gente no se involucre tanto desde casa.
-¿Notó más frialdad en el público, por aquello de ser francés?
-No me resultó muy frío el público francés, era gente estupenda, y participaban mucho y seguían lo que les pasaba a los concursantes. La barrera idiomática no ha sido tan barrera pero también es verdad que hemos hecho un esfuerzo por integrarles, incluso su propio regidor, que les traducía cosas. Sabían lo básico para emocionarse o lamentarse. Yo conozco presentadores franceses que son muy latinos, pero el que hace este formato al ser a diario es menos espectacular, buscan más la emotividad, es más sobrio, más soso, y al ver al español loco, con momentos de show, que se iba hasta al público, me miraban como pensando que estaba loco, lo flipaban. No quiero que la embajada francesa nos llame al orden, por decir que el público era frío.
-Si por First Dates le piden citas por la calle, ahora de nuevo le van a pedir millones…
-Tengo amor para dar, pero dinero no. Me he pasado toda la vida pidiéndome por la calle que levantara la ceja y ahora me lo volverán a pedir, aunque llevo tiempo que no la levanto, y en los últimos meses me piden citas. Me preguntan si pueden ir al programa y yo les digo que si hace falta yo mismo les presento a una amiga. Me gusta eso, me crea un buen rollo, como muy empático con la gente. De hecho voy a poner una agencia de matrimonios y un restaurante que se llame First Dates, y otra agencia de contactos.
M. Arroyo