La selección de Lopetegui va camino de convertirse en algo similar a la aldea gala de Astérix. Si ésta era la única que «resiste todavía y siempre al invasor romano», los Iniesta y compañía son el único deporte al que parece no afectar la privatización que está invadiendo el mercado de los derechos televisivos. Al menos hasta 2018, cuando el Mundial de Rusia podría dejar a los seguidores de 'La Roja' con el mismo palmo de narices con el que se quedaron cuando jugaron en 2012 en Bielorrusia y ninguna cadena quiso pagar el 1.400.000 euros que pedía la realización de aquel país.
Si la semana pasada Mediapro se quedaba con los derechos para la Liga de Campeones y la Europa League de las próximas tres temporadas, a partir de la 2018/2019, de momento, a un año para el comienzo de ese Mundial, ninguna TV en abierto tiene los derechos del mismo, habida cuenta de que las ofertas que presentaron a la primera puja que se cerró el 2 de mayo, tuvieron para la FIFA un montante muy por debajo de lo esperado.
El haber estado más pendientes hasta la semana anterior de la Liga de Campeones que del Mundial, el hecho de que todavía esté en el aire la clasificación directa de España para esa cita, dado que se jugará el primer puesto de su grupo en septiembre ante Italia (siempre quedaría la repesca), y el saber que una competición así no es rentable económicamente para nadie con esos elevados precios, hace que a estas horas no se tenga garantizada su transmisión gratuita para los telespectadores españoles, aunque siempre habría que esperar hasta el último momento, como ocurrió con la Eurocopa de 2016, cuando Mediaset se hizo con esos derechos apenas una semana antes de su inicio.
Eso, por ejemplo, se antoja ya casi imposible para la citada Champions, habida cuenta de que la oferta aceptada para su retransmisión por la UEFA no incluye partidos en abierto, con lo que una vez finalice la próxima temporada habría que pagar por ver los partidos de nuestros representantes, ya sea a beINSports o a la plataforma que subarriende los derechos.
Citas importantes
Algo similar podría ocurrir con los Juegos Olímpicos 2020 que se celebrarán en Tokio. De momento, Discovery y Eurosport pagaron 1.300 millones de euros para poder emitir los mismos, así como los de PyeongChang en 2018 y los de 2024 y 2022 de ambos eventos, en todas las plataformas, incluyendo la televisión en abierto, televisión de pago, internet y en teléfono móvil, para todos los idiomas en 50 países y territorios en todo el continente europeo.
En un principio, Discovery se ha comprometido a retransmitir un mínimo de 200 horas de los Juegos Olímpicos de Tokio y 100 horas de los Juegos Olímpicos de invierno en televisión en abierto, pero también se ha mostrado partidaria de conceder sublicencias para una parte de los derechos en muchos mercados en Europa. RTVE ha sido hasta la fecha la gran abanderada de estas retransmisiones, y es de suponer que pujará por ellos.
Mundial de Fútbol y Juegos Olímpicos son los que más audiencias revierten en las cadenas, pero, en menor medida, también eran importantes hasta hace poco para nuestras televisiones retransmisiones como el Mundial de Fórmula 1 o el Mundial de Motociclismo. Con el paso de los años, ambas han pasado del abierto al pago y, más concretamente, a Movistar.
En el caso de las primeras, La Sexta terminó por rendirse en 2012, cuando vio que su presupuesto no daba para pagar lo que se pedía, y dio el relevo a Antena 3, aunque, para intentar paliar los 40 millones de euros desembolsados, decidió compartir los mismos dos años después con Movistar.
En 2015 todavía se mantenía esa fórmula, pero la caída en picado de las audiencias, motivado principalmente por los malos resultados de Fernando Alonso, que desgraciadamente todavía se mantienen hoy en día, hizo que también terminara claudicando en 2016, quedando a partir de ese año en poder de la plataforma de Telefónica, que sólo permite la retransmisión en abierto del Gran Premio de España, a través de TVE.
En el caso del Mundial de Motociclismo, y después de intentar sin éxito hacerse con los derechos durante ocho años, Mediaset le arrebató en 2012 los mismos a la pública, pero paulatinamente fue compartiendo los mismos con Movistar, dando en directo en 2014 nueve grandes premios en abierto y otros tantos en diferido, ocho en 2015 y sólo cuatro en 2016. En ese grupo prima la rentabilidad y Vasile y compañía se dieron cuenta que las motos no aportaban ninguna a sus presupuestos por lo que este año ha sido el primero en que no ha habido ninguna carrera en abierto.
Eso mismo viene ocurriendo con los partidos de baloncesto de clubes, tanto a nivel nacional como de la Liga de Campeones, cuyos derechos tiene también en exclusiva la plataforma de Telefónica, o los de la de balonmano, los únicos que interesan en ese deporte después de la supremacía abrumadora del Barcelona los dos últimos años en el torneo doméstico, donde no ha perdido ni un solo partido. Movistar también tiene casi todos los Master 1000 de tenis, salvo el de Madrid, y entre ella o algún otro canal de pago se reparten los de los cuatro Grand Slam. Es decir, todos los deportes con cierto tirón entre la audiencia, por mucho que el patinaje artístico o el badminton nos sigan dando títulos, ya no son gratuitos en TV. Abonarse o no verlo, ese es el dilema.
M. A.