viernes, noviembre 22, 2024
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«El caso Wanninkhof-Carabantes»; la radiografía de un error colectivo y fatal

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Y lo hace huyendo del morbo, centrándose en los hechos y buscando una “crítica al sistema” y una “reflexión colectiva” de qué papel ocupó cada persona en un caso en el que “no se respetó la presunción de inocencia”, cuenta a Efe la directora de la cinta, Tània Balló. De los medios de comunicación a la sociedad civil, pasando por la policía y los jueces, todos tuvieron algo de responsabilidad, asegura la cineasta.

“El paso del tiempo nos ayuda a analizar este tipo de casos que, más allá del impacto mediático, también hablan mucho de la sociedad que éramos y de la que somos hoy. La historia negra de los países cuenta cómo nos enfrentamos colectivamente a nuestros miedos, a las fobias, a los prejuicios y creo que este es un caso paradigmático de todo eso”, apunta la documentalista.

Tras su paso por el festival de documentales DocsBarcelona, «El caso Wanninkhof-Carabantes» se estrena este día 23 en Netflix y es la primera película documental que aborda, 20 años después, la revisión de estos dos casos desde los múltiples prismas y facetas: judicial, policial, político, mediático, sociológico y de género.

La historia comenzó en 1999 cuando la joven Rocío Wanninkhof de 19 años desaparece. Tras varias semanas de búsqueda y con los medios de comunicación totalmente volcados con el caso apareció su cadáver. Dolores Vázquez, ex pareja de su madre, fue detenida sin pruebas claras y, después de un juicio plagado de irregularidades y de un «circo mediático», un jurado popular la declaró culpable de un «crimen pasional».

Pasó 519 días en la cárcel hasta que el caso se reabrió después de que en 2003 apareciera el cuerpo sin vida de otra adolescente, Sonia Carabantes en Coín (Málaga). La policía encontró a su asesino, el británico Tony Alexander King, y al cotejar las muestras con el caso Wanninkhof se descubrió que era el mismo culpable y Vázquez quedó exculpada, aunque su vida quedó marcada para siempre.

“La historia se enmarca en una España que inicia el siglo XXI, pero aún a caballo del siglo XX, y se enfrenta por primera vez a un caso en el que afloran los prejuicios, la homofobia, el machismo, la presunción de inocencia, el fallo del sistema, la respuesta ante el fallo del sistema…», apunta Balló.

Pese a que fue exculpada, a día de hoy Vázquez no ha recibido ninguna indemnización, ni tampoco una disculpa pública ya que, entre otras cosas, España «no tiene una escenificación de la figura del perdón público».

“Yo como ciudadana me gustaría que Vázquez hubiera sido indemnizada porque es una forma de dar la confianza al ciudadano de que cuando el sistema se equivoca, el sistema responde. Si no hay una responsabilidad y no hay un mecanismo que sepa articular una indemnización del calibre que sea, atendiendo en cada uno de los casos a sus características, creo que entonces es muy preocupante”, añade Balló.

Aunque habló con ella, en la cinta no aparece el testimonio actual de Alicia Hornos, madre de Wanninkhof. Tampoco el de Dolores Vázquez, con quien no consiguió hablar. Su silencio, apunta Balló, “es una fuerza narrativa muy potente porque evidencia el nivel de barbarie que se ejerció sobre ella”.

«La sociedad española no está preparada para que una mujer sea la ejecutora de un tipo de crimen siempre relacionado con la peor versión de la masculinidad. Lo que se hace es masculinizar a Dolores Vázquez, se la despoja de cualquier elemento de feminidad para que la opinión pública entienda, más allá del lesbianismo, que es masculina. Se construye un personaje que es irreal”, apunta la cineasta.

En la cinta sí aparece el testimonio de Encarna, la madre de Caravantes, con el objetivo de “reivindicar” su caso como “evidencia de las consecuencias de los errores”. “Cualquier sistema esta conformado por seres humanos que se equivocan, pero cuando el error no es enmendado en su momento, las consecuencias pueden ser muy trágicas y en este caso lo fueron», apunta Balló.

Así, aunque lo de Dolores Vázquez «fue muy trágico porque destrozaron la vida de una mujer para siempre», pasa a un segundo plano al observar «que la consecuencia real más trágica de este asunto fue el asesinato de Sonia Caravantes tres años después”. EFE

Paula Escalada Medrano

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