El humor es un intangible. Casi se diría como el amor. Se puede decir “pásame el pan” y mostrar en la frase todo el amor o todo el humor que cabe en un alma. Y hay quien pide el pan que, oiga, parece un funeral. Posiblemente para ser cómico lo primero que hay que tener es gracia. Y unos arrestos especiales, singularmente para presentarse en Madrid con unas gafas cósmicas de pasta, el cuerpo enjuto, un sombrero de vaquero y contar un viaje espacial, de Jaén a Madrid. Hay quien salió un día de Jaén y aún se le espera. David Navarro regresa a los Teatros Luchana este viernes 8 de septiembre con ‘Cowboy espacial’, una obra escrita, dirigida, compuesta, representada, sudada, gozada, reída y puede que hasta llorada por él mismo. Con su cuerpecillo de funcionario de Jaén.
Nadie que haya visto a Navarro en sus funciones y sus monólogos, o que lo haya oído en la Cadena SER, puede negar que es tipo con gracia. En una intervención en la SER, el Día del Padre de hace unos años, desesperaba a Gemma Nierga, mientras la audiencia se partía de risa. Simulaba que era un santo varón, progenitor, que llamaba para reivindicar la figura del padre y Nierga se empeñaba en saber algo trascendental: cuántos hijos tenía.
–Que manía tiene esta señora con la exactitud. Pues algunos. ¡María!, ¿cuántos hijos tenemos?, que ésta está con la exactitud…!
Si se lo oyen decir a David Navarro, les prometo que se reirán.
Navarro, que es gracioso como solo puede serlo un abogado funcionario por oposición del Ayuntamiento de Jaén, vuelve a la ciudad que le ha dado fama, en la que cultivó su descomunal talento, con esta obra en la que, entre jijís y jajás, tiene más razón que un santo en Cowboy espacial. Las reflexiones de un tipo flaco que ve la capital desde ahí abajo, en la Andalucía interior, asombrado y guasón, con la facilidad de ver el lado simpático de la situaciones como solo lo tiene un grande.
Situaciones que salen de la calle, de su fecundo entorno creativo, de lo que pasa hoy a tanta gente, de mirar lo que hay con otro enfoque, quizás el de un miope con gafas de pasta. Bueno, miopes gafipastos hay muchos, y pocos tienen gracia alguna.
Navarro es de Jaén. De Jaen-Jaén, como dice en un tremendo monólogo, “un problema que tenemos las ciudades con nombre pequeño”. Ser de Jaén no es cualquier cosa. Entre otros atributos, está ese acento, andauz abierto, a veces áspero y rasposo, que hay que modular para convertir en cómico. No todos los naturales de la provincia de Jaén tienen gracia, no se crean los etereotipos. Hay acentos andaluce variopintos,m del exhuberante cordobés, al sevilla, el dulce de las provincias del sur…. Y luego está el de Jaén. No,no es como el de Granada, es distinto.
Hablar así cambia la forma de contar las cosas y, casi se diría de afrontarla. En su humor, David Navarro espera, mira de lejos, está esperando al gachó de la situación cargado de áspera retranca. Cuando habla de su viaje a Texas –“mejor Tejas que tiene j, como Jaén”–, habla de cómo ven la vida los americanos: “Gente de otra cultura, atontá perdida”.
Las obras de David Navarro están cargadas de hallazgos verbales, de situaciones contextualizadas de otra manera, enfocadas desde un cuerpo enjuto, jienense, el “Woody Allen de Jaén”, dicen.
Así es ‘Cowboy espacial’, que viene a los Teatros Luchana y estará hasta once viernes hasta diciembre. El vieje de ida y vuelta de un jienense en plena crisis española (“ya no estamos tan… flamenquetes”), hablada, cantada y con vídeos. De la aceituna a la metrópoli, un viaje espacial desde luego.
Hay maledicentes que dicen que David Navarro no es el cómico más agraciado del panorama mundial. Puede ser, pero tiene gracia como pocos.
Uno puede decir “vamos para Jaén” y serán los intangibles los que llenen la frase de amor o de humor. Hay días que a David Navarro le salen las dos cosas.
Joaquín Vidal