Vacunar a una persona a lo largo de su vida cuesta al Sistema Nacional de Salud una media entre 600 y 700 euros y a un vulnerable, en función de sus circunstancias médicas, unos 1.500, por lo que las vacunas son la mejor herramienta de prevención ante cualquier enfermedad al reducir costes sanitarios y promover la equidad social, como han demostrado los antídotos contra la covid-19.
Es la premisa en la que han coincidido diversos expertos durante una sesión científica que ha organizado esta semana la Real Academia Nacional de Medicina (RANME), con motivo de la Semana Europa de la Vacunación y en el que los antídotos contra la covid-19 han tenido un especial protagonismo.
Según datos de la RANME, vacunar a una mujer a lo largo de toda su vida ronda los 600 euros y a un hombre los 700, mientras que esa cantidad se duplica cuando se trata de colectivos con mayor vulnerabilidad, al tiempo que resalta que es una de las principales armas del sistema nacional de salud contra un amplio catálogo de enfermedades víricas, algunas de ellas ya erradicadas como la viruela (1979).
En el encuentro, los expertos han hecho un repaso histórico sobre la génesis que ha derivado en la creación de gran parte de las vacunas modernas que se dispensan a día de hoy, hasta llegar a los antídotos que han servido en estos dos años para luchar contra la pandemia.
En cuando al impacto meramente económico que suponen las vacunas, sin desgranar beneficios que están muy por encima como el humano, social y sanitario, todos los análisis sobre «la relación coste-beneficio» apuntan a un ahorro, aunque dicha cantidad sea difícil de estimar, según los expertos.
En este sentido, Jesús Ruiz Contreras, jefe del Servicio de Pediatría del Hospital Universitario 12 Octubre de Madrid, ha destacado que las vacunas previenen resistencias bacterianas e incluso el cáncer, al tiempo que erradican enfermedades, favorecen la inmunidad grupal, reducen las tasas de hospitalización y propician que, en caso de infección, la enfermedad curse más benigna.
Reducir muertes, hospitalizaciones y propiciar cuadros leves ha sido el principal papel de las actuales vacunas contra la covid-19 -tanto de ARN-mensajero como las basadas en adenovirus-, ha sostenido José Gómez Rial, inmunólogo en el Servicio Gallego de Salud del Hospital Universitario de Santiago de Compostela, quien ha contrapuesto esta cuestión frente el pensamiento erróneo de que iban a ser esterilizantes para evitar la infección por covid-19.
Ha lamentado que al inicio de las campañas masivas de vacunación contra el Sars-CoV-2 se aseguró que favorecerían la inmunidad esterilizante y grupal, algo para lo que no estaban diseñadas y que solo se conseguirá cuando se autoricen los antídotos intranasales, ha recordado.
Hay varias vacunas intranasales en desarrollo en el mundo, entre ellas la del CSIC y cuyos responsables han asegurado que podría ver la luz a finales de 2022, dado que para lograr una inmunidad total contra la covid-19 es necesario esterilizar las mucosas, el principal puente de entrada del Sars-Cov-2 en el cuerpo.
También se ha puesto en valor el papel de la Comisión de salud Pública y la Ponencia de Vacunas durante la pandemia, así como las más de 50 reuniones para asesorar sobre las distintas fases y estrategias de la vacunación, ha explicado la jefa del Área de Programas de la Subdirección General de Promoción de la Salud y Prevención del Ministerio de Sanidad, Aurora Limia.
Limia ha remarcado que las comunidades y Sanidad trabajan en un registro universal de vacunación, propiciado por los sistemas y experiencias de la campaña masiva contra la pandemia, para que cualquier profesional -público, privado o de una organización médica internacional- pueda acceder a los datos de vacunación de un cada paciente.
Una iniciativa que redundará, en su opinión, en un beneficio de la estrategia de salud pública de España, ya que cada ciudadano podrá saber a partir de ese momento si ha recibido las vacunas recomendadas en el calendario y que protegen contra al menos 14 enfermedades.